REVISTA PERUANA DE DERECHO INTERNACIONAL 

ISSN: 0035-0370 / ISSN-e: 2663-0222

Tomo LXXIII. Septiembre-Diciembre 2023, N° 175, pp. 41-65.

Recepción: 05/10/2023. Aceptación: 12/11/2023.

DOI: https://doi.org/10.38180/rpdi.v73i175.438 

 

ARTÍCULOS

 

El primer gobierno de Evo Morales y el MAS en Bolivia. Apuntes sobre la relación con el Perú (1990-2009)

The first government of Evo Morales and the MAS in Bolivia. Notes on the relationship with Peru (1990-2009)

Fernando Rojas Samanez (*)

(*) Licenciado y Bachiller en Relaciones Internacionales y Diplomático de Carrera, graduado en la Academia Diplomática del Perú. Ha seguido estudios universitarios en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional San Agustín de Arequipa. Ha sido Sub-Director de América, Director de Prensa; Director de América del Sur; Secretario de Administración; Secretario de Política Exterior y Director General para Asuntos Económicos, Secretario General del Ministerio de Relaciones exteriores y Vice Ministro de Relaciones Exteriores así como Jefe del Servicio Diplomático del Perú. Ha prestado servicios en las Embajadas del Perú en Bélgica y Luxemburgo (concurrente) y ante la Unión Europea; Brasil; Jefe de Gabinete del Secretario Permanente del Sistema Económico Latinoamericano (SELA) con sede en Caracas, Venezuela; Bolivia; Francia, Cónsul General del Perú en Nueva York; Embajador del Perú en Costa Rica, Bolivia y Representante Permanente del Perú ante los Organismos Internacionales de las Naciones Unidas y otras Organizaciones Internacionales en Ginebra, Chile; Austria y concurrente ante los gobiernos de las Repúblicas de Hungría, Eslovaquia y Eslovenia. Representante Permanente ante los Organismos Internacionales de las Naciones Unidas en Viena (ONUDI; UNOC; OIEA y otros) entre 2016 y 2018.

Con el presente artículo, el autor formaliza su incorporación como Miembro Asociado conforme a lo dispuesto por el Consejo Directivo de la Sociedad Peruana de Derecho Internacional, mediante Acta del 13 de diciembre de 2018.

 

RESUMEN

La victoria electoral en el año 2005 de Evo Morales y de su partido político, el Movimiento al Socialismo, MAS en Bolivia, culminó un proceso de movilización y organización política de varios años, originado en los departamento de La Paz, Oruro y Cochabamba, protagonizado por sectores sociales indígenas en la zona andina del país asociados con organizaciones de izquierda y se efectuó en el marco de un proceso democrático convencional con participación ciudadana. Significó la ruptura de regímenes políticos de partidos considerados “tradicionales” y la asunción al gobierno de un movimiento popular social étnico cultural y fundamentalmente indígena para transformar la estructura socio económica del país, antiliberal y marcadamente nacionalista y dirigido a crear un Estado Plurinacional. El liderazgo del presidente Evo Morales, dirigente histórico de los productores de hoja de coca y activo sindicalista, es fundamental y ha trascendido largamente al país, proyectándose al entorno regional, principalmente al Perú en la zona vecina andina, incluso con actos de injerencia repetidos y con evidente interés en reproducir el proceso.

Palabras Clave: Bolivia, países, Evo Morales, MAS, movimiento Katarista, movimiento popular, indígena, andino, hegemónico, social, clasista, plurinacional, injerencia

ABSTRACT

The electoral victory in 2005 of Evo Morales and his political party, the Movement for Socialism (MAS) in Bolivia, marked the culmination of a years-long process of political mobilization and organization. This originated in the departments of La Paz, Oruro, and Cochabamba, led by indigenous social sectors in the Andean region of the country, associated with leftist organizations. The electoral process unfolded within the framework of conventional democracy with active citizen participation. It signified a departure from the political regimes of so-called “traditional” parties and the assumption of government by a popular, socio-cultural, and fundamentally indigenous movement. This movement aimed to transform the country’s socio-economic structure, adopting an anti-liberal and markedly nationalist stance, ultimately striving to establish a Plurinational State. President Evo Morales, a historic leader of coca leaf producers and an active trade unionist, played a crucial role that extended far beyond Bolivia, projecting influence into the regional context, particularly in neighboring Andean Peru.

This influence included repeated acts of interference and a clear interest in

replicating the transformative process.

Keywords: Bolivia, countries, Evo Morales, MAS, Katarista movement, popular movement, indigenous, andean, hegemonic, social, clasist, plurinational, interference

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INTRODUCCIÓN

El proceso político social encabezado por Evo Morales y el Movimiento al Socialismo, MAS, en Bolivia, podría ser caracterizado como el resultado de un amplio descontento de la opinión pública de diferentes estratos sociales, que consideraba que la política económica y social neo liberal impuesta desde el gobierno del presidente Víctor Paz Estenssoro en el año 1985 (quien, paradójicamente, había encabezado en 1952 la revolución nacionalista que estableció el capitalismo de estado y nacionalizó la gran minería, efectuó la reforma agraria y estableció el voto universal).

El neoliberalismo que fue continuado por los sucesivos presidentes, desde Jaime Paz Zamora hasta Gonzalo Sánchez de Lozada y Carlos D. Mesa, fue cuestionado por la oposición y parte importante de la población pues consideraban no atendía sus demandas y expectativas y por el contrario profundizaba la desigualdad y la pobreza. Fue también demostración del agotamiento de la sociedad por los continuos y hasta violentos enfrentamientos públicos, bloqueos, marchas, huelgas, creciente carestía y zozobra en casi todo el país debido precisamente al extenso periodo de confrontación social y política. Este periodo se extendió entre los años 1990 al 2006.

ANTECEDENTES

La reacción popular ante la crisis del sistema democrático ocasionó la caída del gobierno del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, quien debió exiliarse en Estados Unidos, después de los luctuosos sucesos que derivaron, lamentablemente, en la muerte violenta de un elevado número de ciudadanos. Sin embargo, pese a su gravedad, pudo ser superada por la vía constitucional y con los mecanismos institucionales, en un país en el que históricamente se habían sucedido golpes de estado civiles y, sobre todo, militares.

Dicha reacción popular fue promovida y canalizada principalmente por la emergencia de una nueva izquierda indigenista con propuestas de cambio y reclamos de mayor participación de los sectores “originarios” del país en la administración y decisiones sobre los asuntos más relevantes de la agenda nacional, con planteamientos de corte nacionalista, específicamente sobre la gestión y aprovechamiento de los recursos naturales. Esta nueva izquierda prescindía, en la mayor parte de los casos de los canales e instituciones de la democracia formal, haciendo sus voceros a las organizaciones vecinales populares comunitarias, sindicales y sociales y se manifestó a través de marchas y la ocupación de los espacios públicos. Sin embargo y al contrario de situaciones precedentes, esta vez se hizo con participación activa en los diferentes procesos democráticos para la elección de autoridades de todo nivel.

Los principales representantes de estos nuevos actores sociales emergentes fueron los aimaras, los productores de hoja de coca “cocaleros”, y las nuevas organizaciones sociales que reemplazaron a la histórica Central Obrera Boliviana (COB), que precisamente fue muy afectada por la crisis política y el cuestionamiento al modelo económico neoliberal, perdiendo gravitación y presencia política y social.

I. LOS AIMARAS

Constituían el año 2010, alrededor del 25% de la población del país y se concentran sobre todo en el altiplano de La Paz y Oruro vecino al Perú (Albó, 2006). Recuperaron sus raíces étnicas a partir de la actividad del movimiento “Katarista”, (que efectuó algunas acciones violentas y subversivas en los años 70) y con ello, su independencia sindical con la creación de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB). Fueron igualmente los primeros en formar sus propios partidos políticos: el MRTK (Movimiento Revolucionario Tupac Katari, más ideologizado y urbano, como anota el mismo Xavier Albó, y el MITKA (Movimiento indio Tupac Katari) con los que participaron en tres elecciones, alternadas por golpes militares.

Según datos que cita Albó, un 74% de la población en la ciudad de El Alto, vecina a La Paz, se consideraba aimara y en la propia La Paz, un 50%. Su referente histórico es Tupac Katari, quien, en 1781, sitió la ciudad de La Paz por seis meses. Vencido fue descuartizado y su mensaje fue “volveré y seremos millones” Los kataristas aimaras siguieron controlando la CSUTCB hasta los años 90 en que esta pasó a ser manejada por los quechuas de Cochabamba, donde asumen su dirigencia los cocaleros.

1.1. LOS COCALEROS

Mayormente quechuas de diferentes regiones andinas se instalaron en el llamado “trópico” de Cochabamba para sembrar pequeñas hectáreas con plantas de coca: los llamados “Catos” de 1,600 metros cuadrados. Albó estimaba en el 2010 en un número no superior a 300 los propietarios, incluyendo a sus familiares. Desde 1988 su principal dirigente es Evo Morales, quien emigró desde Oruro a los 20 años, junto con su padre, debido a la grave sequía en su región. Este movimiento cocalero ha sido apoyado por diferentes organizaciones campesinas de la zona andina e igualmente de la Federación de colonizadores distribuidos en varias áreas de las tierras bajas y más cálida.

1.2. OTRAS ORGANIZACIONES

Si bien la COB histórica perdió poder y afiliados con la apertura neoliberal, continuaron existiendo sindicatos fabriles y de obreros asalariados, cooperativistas mineros, el sector magisterial siempre muy activo y organizado de filiación trotskista y otros. Sin embargo, ante la ausencia de una organización central estos grupos actuaban dispersos. Igualmente se organizaron cientos de juntas vecinales, sobre todo en barrios populares de las principales ciudades, que cada vez adquirieron mayor potencial de movilización.

Al conmemorarse en 1992 el quinto centenario del descubrimiento de América el movimiento campesino indígena boliviano cobró mayor auge y organicidad bajo el lema “500 años de resistencia”. Dos años después al dictarse la Ley de Participación Popular, los cocaleros fueron los primeros en organizarse como un partido político, inicialmente llamado “Asamblea Popular del Pueblo” y luego, ante las dificultades formales para obtener reconocimiento por la corte electoral, tomaron el nombre de partidos no activos pero reconocidos como “Izquierda Unida” y luego “Movimiento al Socialismo”, MAS. Así en el año 1995 era la principal fuerza rural organizada en Cochabamba, y en las elecciones de 1997 eligió a seis diputados (uno de ellos, Evo) y en las del año 2002 fueron segundos, a solo un punto porcentual del ganador y luego presidente, Gonzalo Sánchez de Lozada, con un 20,9% de votación. Ya para ese entonces, la figura y el liderazgo político y público de Evo Morales, estaba consolidado.

En el marco del progresivo proceso de fuerte convulsión social por los enfrentamientos partidarios y el cuestionamiento social, se produjo, entre enero y abril del año 2000 la llamada “guerra del agua”, cuando el concesionario privado del servicio en Cochabamba pretendió incrementar las tarifas sin haber mejorado el servicio, lo que dio lugar a una fuerte y cada vez mejor coordinada resistencia y luego, a una sucesión de demandas y bloqueos en otros sectores, sobre todo andinos.

Quedó entonces en evidencia el rechazo a la denominada “democracia pactada” acordada tácitamente por los partidos políticos “tradicionales” y concertada al fin de la dictadura militar, luego del fracaso –en la década de los años 70 y 80- de la izquierda con el gobierno de Hernán Siles Suazo y el subsiguiente y severo ajuste neoliberal del presidente Paz Estenssoro. Esta denominación aludía, según explica Eduardo Salinas en el articulo “Política con fundamento”, junio de 2020, “a la formación de coaliciones de diferentes unidades políticas dentro de un sistema de partidos políticos para lograr la gobernabilidad mediante la distribución del poder en vista que ningún de ellos lograba superar o alcanzar la mayoría absoluta. Se consideraba que tal democracia no atendió a las promesas y plataformas de sucesivas campañas políticas y gobiernos: Hugo Banzer, Jaime Paz Zamora, Jorge Quiroga, Gonzalo Sánchez de Losada (en dos oportunidades) y Carlos D. Mesa.

En la práctica, en tal periodo, el ejercicio gubernamental fue reemplazado muchas veces por alianzas coyunturales para repartir cuotas de poder en la conformación de los gobiernos. El precario acuerdo de estabilidad política logrado entre las tres principales fuerzas políticas conservadoras después de las elecciones del 2002 (Acción Democrática Nacionalista, ADN; Movimiento Nacionalista Revolucionario, MNR; y Movimiento de Izquierda Revolucionario, MIR) encumbró vía votación en el Congreso, a la presidencia a Gonzalo Sánchez de Lozada, habida cuenta que ninguno de los tres candidatos con la mayor votación superó el 50%. Esta misma práctica se había producido en las elecciones anteriores, desde 1982.

Al mismo tiempo, en el trópico cocalero de Cochabamba se focalizó la denominada “guerra contra las drogas”, estimulada por medidas represivas oficiales, con el apoyo indirecto de autoridades del gobierno de los Estados Unidos, que establecieron incluso una base militar. En los años 80, el gobierno de Víctor Paz Estenssoro aprobó la Ley 1008 referida no sólo al cultivo de hoja de coca, sino también a su transformación en cocaína, a fin de promover la erradicación de su cultivo. Su sucesor, Hugo Banzer, tomó medidas aún más restrictivas, al establecer el principio de “hoja de coca cero” con lo cual se agudizó el conflicto con los productores, que explotó finalmente cuando el 2002 el presidente encargado, Jorge “Tuto” Quiroga, aprobó un decreto que prohibió incluso la comercialización de la hoja de coca, en un país en el que su uso para masticación y otros, es ancestral y muy difundido.

En ese contexto, se incrementó la protesta a través de marchas y enfrentamientos con las autoridades policiales, produciéndose varios civiles muertos y también dos policías, uno de ellos, mutilado. El gobierno MIR- ADN con el apoyo del MNR, acusó al entonces diputado Evo Morales de ser el promotor de tales eventos y muy rápidamente lo desaforó. El dirigente cocalero abandonó el plenario recordando la profecía de Tupac Katari: “volveré y seremos millones”. Obviamente su expulsión benefició su imagen y la del MAS y le generó solidaridad mayoritaria. El resultado en la práctica fue el aumento de los bloqueos y paralizaciones, con los múltiples efectos sociales y económicos previsibles.

Finalmente, la fuerte oposición social se expresó con mayor violencia frente al poco transparente tratamiento oficial del proyecto para exportar hidrocarburos a mercados internacionales. Sánchez de Losada planteó convertir a Bolivia en un centro de producción, distribución y abastecimiento energético para la región, aprovechando las enormes reservas gasíferas descubiertas a mediados de la década de los noventa. “El proyecto implicaba construir un gasoducto hacia un puerto en el Pacífico, donde se iba a instalar una planta de licuefacción de gas, para luego transportarlo a América del Norte” (Orias, 2002, pp. 164-165).

El rechazo al proyecto se originó principalmente porque era intención del gobierno utilizar un puerto chileno instalado en los territorios que precisamente Bolivia perdió en la guerra de 1879 con Chile. Esto dió lugar a la denominada “guerra del gas”, en la cual falleció un alto número de manifestantes, según las acusaciones, por acción represiva de las fuerzas del orden, en la localidad de El Alto, vecina a La Paz[1]

Sectores nacionalistas y otros representativos de la sociedad boliviana, opuestos abiertamente al proyecto de salida por territorio chileno y contrarios a la dependencia establecida por el uso de puertos e instalaciones viales chilenas para el comercio e importación y exportación marítima boliviana, identificados con intereses políticos cercanos a Morales y al MAS, apoyaban la utilización de un puerto peruano. Morales era consciente que estimular esta reacción profundizaría el rechazo al régimen de Sánchez de Losada, lo que efectivamente ocurrió.

En efecto, la cada vez mayor politización de este asunto fue el elemento principal que ocasionó la caída de Sánchez. Fue utilizado hábilmente por Evo Morales para cuestionar y desacreditar al régimen y así cancelar al mismo tiempo la posibilidad de acceder a mercados de ultramar, concentrándose la exportación de hidrocarburos bolivianos en el mercado del Brasil y en menor medida en el de Argentina. Conviene registrar que el mercado interno tenía un desarrollo incipiente.

La competencia peruano-chilena que se registró por varios meses sobre este asunto, si bien afectó en alguna medida la relación con Chile, reforzó al mismo tiempo la percepción de sectores altiplánicos de que el Perú mostraba nuevamente su solidaridad con Bolivia pues apoyaba la mayor utilización y modernización del puerto de Ilo, así como consideraba la construcción de una moderna carretera en un trazo más directo, vía Desaguadero-Mazocruz-Ilo, para aliviar su condición de mediterraneidad. Todo ello, obviamente sin cesión de soberanía.

El tema de la exportación por vía marítima del gas fue nuevamente planteado por autoridades bolivianas, pero nunca se ha concretado. (Mar por gas, Pascale Bonnefoy). En la reunión de los presidentes Pedro Castillo y Luis Arce Catacora, en noviembre de 2021, firmaron sendos memoranda para la comercialización de gas GLP en poblaciones vecinas peruanas; integración energética a través de la interconexión de gasoductos; y para la construcción y operación de redes de distribución en el Perú de gas natural en poblaciones de frontera (La República, 2021). Una propuesta oficiosa al canciller David Choquehuanca para extender un gasoducto hasta territorio peruano y empatarlo con el de nuestro país, en proceso de construcción (luego detenido) no consiguió mayor interés.

Este evento desencadenó la renuncia de Sánchez de Lozada, cercado por movimientos indigenistas nacionalistas y de izquierda, vinculados cercanamente al diputado Morales y estimulados por él. Su reemplazante, fue el vicepresidente Carlos D. Mesa, reconocido periodista e intelectual de posiciones centristas quien fue incapaz de atender a la eclosión social y a la profundidad de la crisis y debió igualmente renunciar meses después. Luego de la inevitable renuncia de los dos vice presidentes, Eduardo Rodríguez Veltzé, presidente de la Corte Suprema de Justicia, asumió provisoriamente la presidencia de la republica y convocó a elecciones generales que, luego de una campaña muy agresiva y con polarizadas posiciones, otorgó a Evo Morales y al Movimiento al Socialismo, MAS, una muy clara victoria, con el 56% de los votos frente al 28% de Jorge Quiroga, resultado inédito en la vida política contemporánea del país pero previsible vistos los antecedentes. Asi acabó la “democracia pactada”.

La mayor parte de los ciudadanos, adherentes o no al MAS y afines a Evo, se encontraban agotados por la continuidad de los bloqueos y paralizaciones y eran víctimas de la incertidumbre social, así como de la grave situación económica. Lo más trascendente fue que el voto expresaba la dimensión del rechazo y la actividad de sectores sociales organizados, incluyendo representantes de la clase media y mestiza, a los políticos “tradicionales” y a su manejo de la larga crisis. Esto fue extremadamente significativo y representaba un cambio profundo en la política nacional boliviana y en la región, más aún si se produjo en un marco constitucional e institucional. La llegada al poder de los sectores originarios y sociales que respaldaron al MAS era inevitable y para muchos hasta deseable. El triunfo de Morales y el simbolismo del ser el primer presidente indígena de América fue un acontecimiento de resonancia mundial y Evo Morales, carismático, hábil, cazurro y al límite de la democracia, lo aprovechó y alcanzó una proyección regional e internacional.

Inmediatamente después de la victoria electoral, efectuó una gira por diez países de cuatro continentes en dos semanas. Obviamente la primera visita fue a Fidel Castro en Cuba. Luego fue a la Venezuela de Hugo Chávez, quien le proporcionó transporte aéreo, recursos económicos y seguridad para toda la gira. Posteriormente partió a España donde fue recibido por el Rey Juan Carlos, continuando en Francia, Holanda y Bélgica, en cuyas capitales donde fue recibido por presidentes o primeros ministros y autoridades de la Unión Europea. Continuó en China y Sudáfrica, particularmente interesado en conocer el régimen del Apartheid, concluyendo el periplo en Brasil, donde se entrevistó largamente con el presidente Lula. De retorno a La Paz partió poco después para efectuar una visita a la Argentina del presidente Kirchner. Significativamente no visitó el Perú.

Evo Morales se convirtió en un referente de los sectores indígenas y mestizos más pobres no solo de su país. Hubo sin duda una aproximación mediática sorprendida y en algunos países, hasta curiosa por el personaje e incluso por su indumentaria, pero formalmente todos los interlocutores mostraron admiración y respeto por el nuevo presidente. Evo usó hábil y permanentemente el simbolismo de la herencia “originaria” aimara y/o quechua, como la juramentación en Tiawanaku, la “creación” de la whipala o bandera del Tahuantinsuyo, la revalorización de la autoridad del “Mallku Supremo” y sobre todo, de la hoja de coca, procurando separarla de su vinculación con la cocaína y su uso ilegal y conseguir su despenalización, iniciativa respetuosa del origen del arbusto, que además podría permitir su aprovechamiento en usos diversos, incluso industriales, pero que al mismo tiempo servía para formalizar las actividades de los productores.

II. PRIMER PERIODO DE GOBIERNO DE EVO MORALES Y EL MAS

Como se mencionó en párrafos precedentes, las siglas MAS (Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos) (MAS-IPSP) corresponden a una organización política de izquierda, fundada por el histórico dirigente sindical Filemón Escobar, que luego acogió a Evo Morales, quien la vinculó cercanamente con la Confederación de Trabajadores del Trópico cochabambino, que el propio Morales presidia para representar y reivindicar a los cultivadores de hoja de coca en el valle del Chapare. No es por tanto, un partido político.

Posteriormente, a partir de que los gobiernos se fueron haciendo más permeables a las exigencias indígenas y de sus organizaciones sociales, dieron paso a su doctrina de izquierda denominada  ̈capitalismo de estado andino”. Según sus estatutos, se trataba de establecer una “economía de mercado con una fuerte acción desarrollista y protección del estado, dentro de una super estructura política burguesa”.

En las elecciones de 1997, el MAS presentó por primera vez una lista al congreso y Morales fue elegido diputado, con el 70 % de los votos. De esta manera, el MAS lideró gran parte de las protestas sociales de los primeros años del siglo XXI, reclamando principalmente la recuperación plena de la propiedad estatal del gas y otros hidrocarburos, entregados en concesión a empresas privadas durante el primer gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, entre los años 1993 a 1997.

Con estos antecedentes y su larga experiencia como dirigente sindical cocalero, ungido por la gran votación de diciembre del 2005 y como resultado de la larga crisis política antes reseñada, en enero de 2006 fue instalado en el poder Evo Morales y la alternativa de la neo izquierda indigenista. Esta vez el resultado no sorprendió a ningún analista, salvo por la contundencia de las cifras obtenidas. Su proyecto político, buscó abiertamente romper las estructuras del capitalismo moderno y sus instituciones por un capitalismo de estado en el marco de una ideología nacionalista, con evidente influencia indigenista y socialista. Obviamente la agenda interna fue prioritaria por su incidencia directa en el proyecto nacional y la acción externa fue totalmente supeditada a esta.

El gobierno boliviano buscó el apoyo de otros que coincidían y respaldaban su proyecto político y sin tener en cuenta si esto pudiera ocasionar actos de injerencia o de enfrentamiento con otros gobiernos, se acercó a los movimientos sociales de terceros países, sobre todo del mundo andino, con ideología afín y, por supuesto entre ellos, a los peruanos vecinos.

El principal objetivo del régimen y de Morales fue la consolidación de su proyecto político, opuesto radicalmente a la globalización y al modelo neoliberal vigente en varios países de la región, reivindicando lo nacional, lo indígena y la creación de una sociedad “más equitativa”. Repetidamente se señaló que consolidar estos cambios y revertir el proceso de “colonización”, requeriría de un periodo de tiempo difícil de estimar y sujeto a muchas contingencias, por lo cual la permanencia del régimen en el poder debería ser continua en el tiempo. El Movimiento al Socialismo, MAS, debería fortalecerse y neutralizar a la oposición, para lo cual era imprescindible lograr y mantener una mayoría partidaria en el parlamento y más adelante -aún más importante- a una Asamblea Constituyente, cuya próxima convocatoria ya era una decisión. Para ello el régimen de Morales, debería corresponder a las expectativas de los tres pilares que sustentan su poder: los movimientos sociales, los sindicatos y la estructura partidaria.

Los sindicatos bolivianos mantenían obviamente expectativas coincidentes con el MAS en lo que se refiere a mejores condiciones salariales y de empleo asociadas a cuestionamientos a la libre contratación y a la recuperación de los recursos naturales. Morales por su parte conocía muy cercanamente la estructura sindical como miembro de la confederación de cocaleros del valle productor del Chapare, era reconocido a nivel internacional como el máximo líder de los cocaleros bolivianos y fue combatido y perseguido por órganos de seguridad y hasta la DEA norteamericana. En tal condición, desarrolló una estrategia para controlar los principales sindicatos del país: mineros, fabriles, cocaleros, sin tierra y otros. Por su parte, los movimientos sociales tenían diversos reclamos que no estaban necesariamente vinculados a temas económicos, principalmente la reivindicación indígena, la propiedad de la tierra, el medio ambiente, la salud, educacion y otros.

Siendo Morales no solo reconocido líder cocalero, su origen y su condición indígena innegable, fueron fundamentales para asegurar su liderazgo. Así fue patentizado en la ceremonia simbólica en las ruinas imponentes de Tiahuanaco, frente al lago Titicaca con su proclamación como “Mallku Supremo”, previamente a su toma de posesión. En el “Mallku Supremo”, las comunidades indígenas delegan la responsabilidad política respecte de las decisiones más importantes sobre asuntos de tierras, matrimonio, festividades, etc. No debería defraudar a las comunidades, de lo contrario estas procederían a desestabilizar su gestión.

Otras comunidades indígenas, sobre todo de países andinos, asistieron igualmente a la proclamación de Morales como “Mallku Supremo” y lo reconocieron como tal, lo que en la práctica significaba que Morales estaría igualmente obligado a defender sus intereses, incluso en otro país y frente a otros gobiernos, pues el criterio de supranacionalidad originaria, en el caso aimara o quechua, se sobreponía al de estados nacionales. Estas caracterizaciones sirvieron para que repetidamente el presidente Morales se inmiscuyera en asuntos de terceros países, específicamente el Perú, el más cercano a la realidad cultural y antropológica boliviana.

Su reciente intento de incursión fue la frustrada convocatoria a una reunión de la entidad denominada RUNASUR en la ciudad de Cusco, capital histórica del imperio inca y explicaría igualmente la elección de aquella ciudad y su simbolismo, así como el absoluto desinterés del gobierno boliviano en las implicancias de tal acto en la relación bilateral en un anuncio que violentó la soberanía peruana.

El Movimiento al Socialismo, MAS, al no ser un partido stricto sensu sirvió para incorporar elementos que no formaban parte del sindicalismo como los de la mediana y pequeña empresa e incluso de la clase media. En el diseño y puesta en operatividad de esta estructura de organización política, el aporte del vicepresidente Álvaro García Linera fue fundamental. El cientista político, militante y exguerrillero, posee un sofisticado nivel académico y compromiso político e ideológico y ha formado una alianza de evidente complementariedad y hasta complicidad con Evo Morales, conservando siempre un discreto perfil. Es, según recuerda el analista Fernando Molina, “el escritor más famoso del proceso de cambio de Morales, autor de muchos ensayos que en la estela del filósofo italiano Toni Negri, exaltaban el poder constituyente de los trabajadores y de los indigeneas bolivianos”. Este planteamiento no fue recogido por la Asamblea Constituyente “que en cambio aprobó una Constitución en la que se mezclan el nacionalismo, el indianismo y el liberalismo” (Schavelzon, 2013).[2]

Morales y su organización social y política “Movimiento al Socialismo, MAS, llevaron a cabo múltiples acciones para su “refundación” y para su consolidación partidaria. Esto permitiría conferir el suficiente marco jurídico y legal a la nacionalización de recursos naturales, servicios públicos y reformas en sectores como el agro, la educación, el empleo y otras, así como programas de subsidios y asistencia social. Más aún, como el propio Morales lo enunció, permitiría “refundar Bolivia” y debería “tener todos los poderes del Estado” al reconocer a la Asamblea Legislativa como órgano constituyente para redactar y aprobar la nueva constitución del Estado unitario, social de derecho plurinacional comunitario e intercultural, entre otras definiciones.

Gracias a la mayoría lograda en las elecciones y el apoyo de organizaciones afines de menor importancia, el gobierno consiguió aprobar, el 2 de marzo de 2006 la ley de convocatoria a la elección de una Asamblea Constituyente, integrada por 255 representantes que debía aprobar la nueva carta con el 2/3 de los votos de sus miembros, la que luego debería ser sometida a una consulta ciudadana. La asamblea fue elegida el 2 de julio. El partido de Morales solo consiguió 137 constituyentes, lejos de los necesarios 2/3 que le habrían permitido aprobar su proyecto sin alianzas o negociaciones con otras fuerzas políticas.

Alcanzar la consolidación de este proyecto nacional subordinaba todos los otros objetivos principales del gobierno, incluyendo la política exterior. En este sentido, como se ha mencionado, no existieron reparos para enfrentarse a aquellos gobiernos que pudieran ser un obstáculo para promover la denominada “diplomacia de los pueblos”, que contó con el apoyo inmediato de gobiernos afines, particularmente Venezuela y Cuba inicialmente y luego Nicaragua, así como Argentina y Ecuador. Esta acción internacional se expresó de forma más estructurada y activa con la creación de la Alianza Bolivariana de los pueblos, ALBA, que llegó a incluir más de una decena de países de la región formando un bloque disciplinado que enfrentaba posiciones con otros países de la región y generaba alianzas extrarregionalas y en organismos internacionales.

En el objetivo básico de combatir el liberalismo económico, definido como un proceso de “neo colonización” a cargo de empresas privadas transnacionales y determinados gobiernos, se identificó especialmente el de los Estados Unidos, cuyo embajador Robert Goldberg fue expulsado del país.

2.1. PROGRAMA ECONÓMICO

Uno de los elementos fundamentales del gobierno de Morales en sus definiciones iniciales junto a la concepción política, fue sin duda el programa económico. La medida más significativa, de indudable contenido y mensaje político fue la nacionalización de los hidrocarburos, que significó elevar los ingresos del estado hasta un 82%. El Estado asumió un rol empresarial y para ello, fueron también nacionalizadas varias empresas privadas en áreas como el transporte, las comunicaciones, los servicios aéreos y de aeropuertos, infraestructura, saneamiento, y otras.

Favorecido además por un contexto global de altos precios para las materias primas, el gobierno pudo incrementar fuertemente el gasto público, así como los salarios, mantener el tipo de cambio invariable y expandir una serie de innovadores programas sociales. La pobreza se redujo ostensiblemente (de 60% en el 2005 a 39% en el 2014). Igualmente, la desigualdad de ingresos se redujo y el coeficiente de Gini pasó de 0,58% en el 2005 a 0,48% en el 2014 según cifras del Banco Central de Reserva boliviano.

No debe dejar de reconocerse estos resultados de beneficio social, en un país en el que los sectores indígenas y otros social e históricamente marginados, tenían múltiples necesidades, carencias y niveles extremos de pobreza. Ciertamente aún existen importantes índices de esta, pero los avances en este periodo fueron evidentes. Morales utilizó programas asistencialistas y hasta prebendarios, repartiendo recursos económicos y materiales, pero también mejoró el acceso a la salud y a la educación y acercó un poco más al estado con el ciudadano. Esto obviamente le generó amplia popularidad y reconocimiento, incluso fuera del país. Sin embargo, no estimuló el desarrollo económico productivo ni la transformación o industrialización, lo que agudizó la dependencia a los recursos del gas y la fragilidad que esto supone[3].

2.2. CONFRONTACION INTERNA Y EXTERNA

Para alcanzar sus objetivos políticos y económicos, el régimen debió enfrentar una fuerte y continua, aunque poco organizada, resistencia de sectores y organizaciones político-sociales que se consideraban afectados o tenían posiciones contrarias al modelo del MAS. Estas se encontraron principalmente ubicadas en el oriente del país, fundamentalmente en los departamentos de la “zona baja o los llanos”: Santa Cruz, Beni, Pando, y Tarija, esto es, geográfica y culturalmente alejadas del mundo andino, aimara o quechua, localizado principalmente en La Paz, Potosí, Oruro, Cochabamba y Chuquisaca. Los departamentos opuestos al proyecto del MAS y a Morales se caracterizaban además por tener mejores niveles de desarrollo relativo, sectores productivos más competitivos, modernos y orientados a la exportación, así como dirigencias regionales con proyectos de alcanzar autonomía, abiertamente contrarios al proceso masista y particularmente al liderazgo de Evo Morales.

Se evidenció así una fuerte fractura política y cultural del Estado boliviano, que llegó a poner en riesgo su existencia misma y que mereció la preocupación y auxilio de la comunidad internacional, sobre todo regional.

Esta estuvo a cargo, en graves momentos de enfrentamiento de los países miembros de UNASUR, organización que fue acusada por la oposición y algunos observadores internacionales de mostrar parcialidad en favor del régimen. Conviene recordar que en la época, la mayoría de los gobiernos allí representados mantenían simpatía y hasta fuertes coincidencias políticas e ideológicas con el MAS y particularmente con Evo Morales. Esta situación era muy evidente en el caso de Venezuela con Hugo Chávez, Argentina con los esposos Kirchner, Uruguay con el gobierno del Frente Amplio, Ecuador con Rafael Correa y en menor medida de Chile (a cargo de la presidencia del organismo), bajo la administración socialista de la señora Michele Bachelet. La posición de Colombia fue más prudente en tanto que la de nuestro país, considerando su calidad de país vecino y la multiplicidad de intereses fronterizos, sociales, culturales económico y financieros, fue sumamente cuidadosa.

En general, la actitud chilena frente al proceso boliviano, superado el comprensible recelo frente a un nuevo régimen nacionalista y de izquierda acentuada, fue pragmática, incentivada por el sorprendente acercamiento que, incluso antes de asumir funciones, mostró Evo Morales al régimen chileno, primero al presidente Ricardo Lagos y luego al de la señora Michele Bachelet, de izquierda socialista.

Este acercamiento podría explicarse como resultado de una meditada evaluación política basada en los objetivos y el desarrollo del proceso nacionalista del MAS. Como se conoce el principal tema de la relación bilateral entre Bolivia y Chile, de prioridad nacional y de alta sensibilidad pública en Bolivia es el asunto de la mediterraneidad y el permanente reclamo a aquel país de una salida soberana al océano Pacífico que le restituya el acceso al mar, perdido en la guerra de 1879. El gobierno de Morales, consciente de la delicadeza política y pública del asunto procuró reducir o hasta eliminar su impacto y la presión que pudiera generar en la opinión pública, en el ambiente político y en tratamiento mediático. El objetivo fue evitar en lo posible que el tema dificulte el avance del proyecto de refundación vía la asamblea constitucional y las reformas en curso, se constituya en un obstáculo que cuestione al gobierno, reduzca su aceptación pública y pueda ser utilizado por la oposición.

Para ello, Morales desarrolló un cuidadoso acercamiento con la administración y con la sociedad chilena al cual evidentemente esta fue receptiva. Al mismo tiempo generó mayor simpatía y apoyo de organizaciones chilenas de izquierda. Era necesario “congelar” la mediterraneidad estableciendo un proceso sin plazos de negociación bilateral de varios asuntos de mutuo interés, incluido en términos muy generales y enunciativos, el tema marítimo.

Para ello y sorprendentemente, Morales asistió a la toma de posesión de la señora Bachelet en Santiago y a diversos actos públicos. Luego las cancillerías de ambos países sostuvieron reuniones, producto de las cuales se concertó y aprobó la denominada “agenda de los 13 puntos” que entre otros contenía una mención general al “tema marítimo”; el contencioso por las aguas del Silala; asuntos sobre libre tránsito, desarrollo y cooperación bilateral. Evo era consciente que esto significaba una concesión a Chile, pero le permitió retirar el tema mediterráneo de la preocupación y el debate nacional y de los medios de comunicación. Al mismo tiempo generar en la opinión pública expectativas de que a través de esta agenda se avanzaría, sin fijar plazos, en alternativas de solución a la demanda boliviana. Así pudo entonces, concentrar su atención en su proyecto político interno. Para las autoridades chilenas, este comportamiento no podía ser sino bienvenido, pues modificaba sustantivamente el trato bilateral muchas veces conflictivo y encaminaba su relación con Bolivia sin la presión de la demanda de una salida soberana, tanto a nivel bilateral como internacional, como históricamente había sido la posición de los sucesivos gobiernos de La Paz.

Durante este periodo, que se extendió prácticamente hasta el fin de la primera administración de Evo Morales, esto es, entre los años 2006 a 2010, los presidentes de ambos países se encontraron en varias oportunidades, así como los cancilleres, legisladores, comandantes generales de las tres armas, ministros de diversos sectores, académicos y de medios de comunicación, etc.

Precisamente, la presidenta de Chile, Michele Bachelet a cuyo país correspondía la Presidencia de la UNASUR cuando el enfrentamiento con las regiones autonomistas alcanzó muy altos niveles y puso en riesgo incluso la unidad del estado boliviano, convocó a pedido de Morales a una reunión extraordinaria de Jefes de Estado y/o de Gobierno, en Santiago del organismo, sin la participación de la oposición. Asistieron, todos los mandatarios, con la excepción de presidente del Perú y en ella se otorgó un amplio respaldo político al régimen de Morales y a la gobernabilidad boliviana.

La posición adoptada por el gobierno del Perú se explicaba por la sucesión de agravios, actos ofensivos y sobre todo de intromisión abierta en asuntos nacionales peruanos que, lamentablemente, efectuó -en numerosas oportunidades el presidente Evo Morales así como otros altos funcionarios de su administración. Morales llegó a asegurar públicamente que el Perú había planteado su demanda contra Chile en la Corte Internacional de Justicia de La Haya por la delimitación marítima, “para perjudicar una de las alternativas” de su país para conseguir una salida al océano Pacifico y lo acusó de genocida por los luctuosos eventos ocurridos en un enfrentamiento entre pobladores selváticos y la policía en Bagua, así como intervino apoyando a la oposición política e incluso en el proceso electoral.

Además, su rechazo junto con el gobierno de Rafael Correa del Ecuador al inicio de negociaciones con la Unión Europea para establecer un acuerdo multipartes con la Comunidad Andina, generó fuertes disputas con los regímenes del Perú y de Colombia, así como cuestionamientos públicos al régimen económico peruano y representó finalmente la tácita desaparición del proceso andino de integración en su concepción integral holística pues lo limitó a una zona de libre circulación de bienes, mercaderías y servicios y afectó profundamente las capacidades del Parlamento Andino y de la integración política en general.

Finalmente, el acercamiento del gobierno de Morales al de Chile, no consiguió resultados concretos para la aspiración marítima boliviana y el propio presidente Morales así lo reconoció, solo luego de que la nueva constitución fuese aprobada y sus objetivos básicos de cambios estructurales fueron alcanzados. Esto significó nuevos enfrentamientos con aquel país y finalmente la presentación de una demanda boliviana ante la Corte Internacional de Justicia, reclamando una supuesta obligación de negociar un acceso soberano al océano, la misma que la corte desestimó.

En términos generales, el periodo de la primera administración de Morales afectó seriamente la relación bilateral, no solo oficial sino en general con nuestro país. A tal nivel llegó la situación, que la percepción de la opinión pública peruana respecto de Bolivia, según una encuesta de la Universidad de Lima en la época, era negativa. Peor aún, aquel país, tan cercano en múltiples aspectos históricos culturales, sociales, raciales, comerciales y otros al nuestro, era considerado como uno de los cinco países “menos amigos del Perú”. Pocos años antes, en el 2004, la misma encuesta identificó que el 44 % de los peruanos encuestados encontraba en Bolivia “al mejor amigo”.

El presidente boliviano, en su estrategia para impulsar el proceso de “refundación” de su país y por propias convicciones políticas e ideológicas hacía repetidamente explicito su rechazo a otros regímenes y modelos de desarrollo. Así cuestionó la política económica y de apertura al comercio internacional del Perú y sin respetar criterios básicos de no injerencia en asuntos internos de otros estados, los descalificó, alentando públicamente a sectores opositores sobre todo en la zona andina limítrofe. Morales privilegió su enfrentamiento con un modelo de desarrollo que no compartía, por encima de los múltiples asuntos de interés que vinculan históricamente al Perú con Bolivia.

La lectura que hizo y en esencia aun hace el Presidente Morales y varios de sus operadores del proceso económico y político del Perú, desde una perspectiva “andina” y hasta “altiplánica” agudizó las diferencias pues alentó la pretensión de que el proceso político boliviano puede influenciar el futuro político peruano, como se ha percibido en algunas propuestas y planteamientos políticos en la zona fronteriza, principalmente en el sur peruano y con mayor evidencia en temas como la nueva constitución política y la política de drogas.

Esta constatación se agrava con el creciente culto a la personalidad de Evo Morales que en la época alcanzó altos niveles y a quien muchos de sus partidarios perciben como un líder indígena cuya “responsabilidad” excede las fronteras de su país y que se proyecta con mayor razón y argumentos en la zona andina y particularmente vecina[4].

nuestra historia común. En el caso del Perú, de cierta forma se atribuye a Bolivia nuestro ingreso a la guerra del Pacífico y sobre todo, se resiente su retiro temprano de la misma, así como su interés por el puerto de Arica. En el caso de Bolivia, la lógica negativa del Perú de que se le entregue Tacna y Arica en las negociaciones inmediatamente posteriores a la guerra con Chile y la suscripción del Tratado de 1929, asentaron según historiadores bolivianos la desconfianza hacia el Peru” (Novak y Namihas, 2013).

El jurista y diplomático Alberto Ulloa Sotomayor lo constata igualmente al enfatizar que “aun cuando lo hayan sido francamente en alguna época, seria tal vez exagerado decir que esas relaciones han sido de mala vecindad, pero quizá sería más exagerado decir que han sido de buena vecindad. Por otra parte, la comunidad de intereses, de esfuerzos y de sacrificios en relación con terceros, como los que representaron la Alianza de 1873, la Guerra del Pacífico y sus consecuencias, no fueron capaces de producir una e indefinida solidaridad entre los dos Estados (Ulloa, 1997 p. 236).

No resulta entonces sorprendente que, en esta relación, los elementos coyunturales, estimulados por fuertes consideraciones políticas e ideológicas, como en el periodo inicial de la administración de Morales, hayan prevalecido a niveles oficiales y hayan estimulado y conducido tal desconfianza. El innegable interés en influir e inmiscuirse en asuntos de la política nacional de nuestro país del ex presidente de Bolivia, Evo Morales ha sido reiterado y aumentó con la victoria en las elecciones generales del año 2021 del expresidente Pedro Castillo y del grupo político al que perteneció inicialmente, Perú Libre. Luego de su renuncia y ante las fuertes reacciones que se produjeron en el sur peruano y particularmente en Puno, Cusco, Apurímac y Ayacucho, Morales alentó activamente a líderes y organizaciones políticas, sindicales o sociales en todo el Perú, a cuestionar la detención del ex mandatario y a movilizarse. Esta vez lo hizo con mayor actividad e injerencia, dado que no desempeñaba cargo público, al extremo que el congreso peruano lo declaró “Persona non grata” y fue denunciado por autoridades nacionales Del mismo modo promovió la llegada a territorio peruano de dirigentes de su país e influyó en autoridades e integrantes del denominado “Grupo de Puebla”.

Para Morales, en ese momento, estarían dadas las condiciones para promover una gran movilización de los sectores indígenas peruanos, principalmente aimaras de nuestro país, como ocurrió en el suyo con las reiteradas crisis de inicios del siglo y particularmente con la llamada “guerra del gas” y los luctuosos acontecimientos que originaron la muerte de alrededor de 60 personas en la localidad de El Alto.

El Perú es percibido en la zona andina boliviana como el país fronterizo con el que tiene las mayores afinidades y algo similar ocurre entre las poblaciones peruana vecinas en el espacio altiplánico. Tal percepción es utilizada por Morales para considerar que dentro de una perspectiva andina y altiplánica, el proceso encabezado por él en su país, podría o debería influir en el peruano. Ayuda la histórica percepción de sectores de la población en la region sobre Lima, considerada aun como centro del poder colonial y un estado muchas veces ausente. La reciente reflexión del ex Presidente Kuczynski de que el gobierno debe acercarse a Puno, guarda directa relación con este juicio.

La amplitud de los vínculos entre el Perú y Bolivia sobrepasa largamente los conflictos por intereses políticos, muchas veces coyunturales. Nuestra primera responsabilidad esta precisamente en la zona altiplánica que compartimos ambos países y en la que, en un ejemplo a la comunidad internacional, establecimos un régimen de condominio de aguas del Lago Titicaca en el año 1957 que “reconoció que Perú y Bolivia gozaban de soberanía conjunta entre sus aguas, las que podían ser explotada solo con el consentimiento directo de ambos Estados. (St John, 1999). Hoy el área circunslacustre se encuentra afectada por una serie de actividades ilegales: trata de personas, minería informal, tala de arboles, y afectaciones de la naturaleza como sequías e incendios, lo que evidencia la fragilidad del área y el impacto creciente y negativo del cambio climático y la actividad depredadora.

Esta situación y otros múltiples elementos que componen la profunda agenda de intereses comunes entre los dos países, deben estimular el desarrollo y la profundizacion de las relaciones bilaterales, en un entorno apropiado y de mayor confianza y fortalecimiento de la amistad, como corresponde a pueblos hermanos como son los nuestros.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Albo, X. (2006). Evo y el MAS en Bolivia. Antecedentes, entretelones y esperanzas. CIPCA.

Bonnefoy, P. (2013). Mar por gas. Estudios Internacionales. Universidad de Chile, Vol. 4o Num. 174.

Molina, F. (2009). El pensamiento boliviano sobre los recursos naturales. Pulso.

Novak, F. y Namihas S. (2013). Las relaciones entre el Perú y Bolivia (1826- 2013). IDEI PUCP/ Konrad Adenauer Stifung.

Quiroga, C. A. (2009, 23 de marzo). Bolivia dice sería afectada por conflicto Perú-Chile. Reuters. https://www.reuters.com/article/latinoamerica- bolivia-chile-peru-idLTASIE52M1CI20090323

Schamalz S. y Ernst, T. (2012). El primer gobierno de Evo Morales: un balance retrospectivo. Plural Editores.

Schavelzon, S. (2013). El nacimiento del Estado Plurinacional de Bolivia. Tribunal Supremo Electoral.

Sivak, M. (2014). Jefazo, retrato íntimo de Evo Morales. Debate.

St. John, R. (1999). La política exterior del Perú. Asociación de funcionarios del Servicio Diplomático del Perú.

Stefanoni, P. y Do Alto, H. (2006). La revolución de Evo Morales: de la coca a Palacio. Editorial Capital Intelectual.

Uharte, L. (2017). La década del gobierno del MAS en Bolivia: un balance global. Universidad del País Vasco (UPV/EHU).

Ulloa, A. (1997). La Posición internacional del Perú. Fondo Editorial del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú.

Vidarte, O. (ed.). (2023). Perú, Bolivia y Chile en el siglo XXI. Hacia un enfoque integral en política exterior. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

 



[1] En el proceso de definir la vía de exportación del gas boliviano a terceros mercados, la diplomacia peruana desarrolló una amplia actividad en procura que la misma se efectúe por el puerto peruano de Ilo, donde en 1992 había otorgado facilidades especiales al de Bolivia en el área denominada” Bolivia Mar”, tanto para fines portuarios como para establecer una zona franca industrial.

[2] El MAS ha atravesado diversas crisis y la salida o expulsión de algunos de sus directivos, pero siempre había conservado su fortaleza dentro de su diversidad. El papel de líder y conductor del Evo Morales ha conseguido siempre superar tales crisis, incluso la más grave con motivo de su renuncia luego de las elecciones del 2019, por graves acusaciones de fraude. Morales consiguió retornar fortalecido y encumbrando a su ex ministro de Economía, Luis Arce Catacora como su candidato electoral y luego presidente. Sin embargo, tuvo luego un sonado y penoso distanciamiento, que ha divididó al partido. En días recientes anunció su candidatura para el proceso electoral del 2025, donde participaría igualmente Arce. Sin duda el daño al MAS es importante y las consecuencias mayores se conocerán en el propio proceso electoral. La oposición, potencialmente favorecida por esta situación, no tiene hasta el presente un candidato de consenso y más bien, continúa dividida como ha ocurrido en los años recientes.

[3] A partir del año 2015 cayeron los precios de las materias primas y afectaron las exportaciones y los ingresos del Estado. El gasto público, sobre todo el corriente no fue apropiadamente ajustado y se incrementó de forma importante el déficit fiscal, llegando al 8%. Dadas las características prebendarías y de subsidio a diferentes servicios básicos y de consumo familiar, así como la gasolina y el gas, no era posible para el régimen hacer oportunamente los ajustes. Un intento en tal sentido fue violentamente rechazado por las organizaciones sociales que se volcó a las calles y paralizo el país. Finalmente, el presidente Morales se vio obligado a dejar sin efecto las disposiciones. Así quedó en evidencia una de las debilidades y fragilidades del modelo económico y político. Racionalizar el gasto público resultaba complicado y políticamente costoso, en tanto que los índices de inversión privada fueron muy bajos históricamente, debido al régimen asistencialista y la gran informalidad.

[4] Este comentario se ha hecho más evidente con el transcurso de los años, más aun con las sucesivas reelecciones de Morales y del MAS. El caso de RUNASUR al que me referí en párrafos anteriores, vuelve a ser pertinente.