REVISTA PERUANA DE DERECHO INTERNACIONAL
ISSN: 0035-0370 / ISSN-e: 2663-0222
Tomo LXXIV. Enero-Abril 2024, N° 176, pp. 197-209.
DOI: https://doi.org/10.38180/rpdi.v74i176.501
V Curso de Derecho Internacional Contemporáneo
A new international order?
Farid Kahhat Kahatt (*)
(*) Licenciado en Sociología, estudios de Doctorado en Ciencia Políticas y Gobierno por The University of Texas at Austin, especialización en Relaciones Internacionales y Teoría Política. Profesor Principal del Departamento de Ciencias Sociales (2005-2022). Integrante de la Comisión Consultiva sobre el tema de la Delimitación Marítima entre el Perú y Chile. Jurado de pruebas de ascenso en el Servicio Diplomático y Jurado de pruebas de ingreso a la Academia Diplomática del Perú (2007-2022). Miembro del Comité Editorial de la revista "Política Internacional" (2019-2021).
La presente exposición fue compartida el 30 de septiembre de 2023 en el marco del V Curso de Derecho Internacional Contemporáneo, con la cual el autor formaliza su incorporación como Miembro Asociado, conforme a lo dispuesto por el Consejo Directivo de la Sociedad Peruana de Derecho Internacional, mediante Acta del 13 de diciembre de 2018.
El siglo XXI se ve muy diferente si solo tomamos en cuenta la primera década o el último lustro. Si se basara en el primer criterio, hay una apreciación bastante optimista de Charles Kenny, ex director del Centro Global de Desarrollo, en un artículo que se encuentra reseñado en la revista Foreign Policy donde citaba la primera década del siglo XXI como la mejor de la humanidad: nunca antes una proporción creciente de gente vivió vidas más largas, pacíficas y prósperas.
Esta afirmación es categórica, cuando se revisa la información disponible, podemos confirmar que: en primer lugar, crece la expectativa de vida virtualmente a nivel global; segundo, desde el fin de la guerra fría -es decir desde el inicio de la década del 90- hay menos guerras en el mundo, incluso las guerras interestatales prácticamente desaparecen. Se puede identificar periodos de unos siete años en donde no hay guerras interestatales -sean guerras civiles-, y las que se producen, generan menos muertes que en el pasado.
En tercer lugar, hay una reducción de la pobreza a nivel global. Se debe señalar un ligero espejismo en este aspecto, ya que su reducción en el mundo, puede ser explicada por un solo país: la República Popular China, que en décadas recientes logró sacar de la pobreza a unos 500 millones de personas. No obstante, más allá de ese dato, hay una reducción de la pobreza en la mayor parte del mundo durante la primera década de este siglo -tendencia que empieza durante la última del siglo XX-. Aunque en regiones como América Latina, la más desigual del mundo según el coeficiente de GINI, hay una reducción menor.
En cuarto lugar, a lo dicho por Kenny, podríamos agregar que aumentan los regímenes democráticos en el mundo como proporción del total, y que en las guerras se distribuye menos territorio. De hecho, esto no había sucedido desde antes de 2014, es decir, durante casi 40 años se cumplió el artículo 2 de la Carta de las Naciones Unidas que proscribe el uso de la fuerza o la amenaza de su uso para resolver conflictos de interés, salvo en dos circunstancias específicas, cuando lo autoriza el Consejo de Seguridad para restablecer la paz o para mantener la paz y la seguridad internacionales o en caso de legítima defensa habiéndose producido un ataque armado. En ese sentido no existe legítima defensa preventiva.
Podemos decir que el mundo se veía bastante mejor a principios de este siglo de lo que va a ser a partir del fin de esa década.
Desde el año 2011, empieza a crecer muy lentamente -y en proporciones mucho menores en comparación a las guerras que teníamos durante la Guerra Fría- el número de guerras en el mundo y la cantidad de víctimas que producen.
Desde el año pasado (2022) se encuentra en Europa el mayor conflicto armado desde la Segunda Guerra Mundial: la Guerra de Ucrania. Debemos destacar que la cobertura mediática no es un buen indicador de la gravedad de la situación en un país en guerra, porque si nos basamos en ella, uno pensaría que el conflicto que produjo más muertes en el mundo en 2022 fue la guerra de Ucrania. Sin embargo, según un reportaje reciente de la revista “The Economist”, el enfrentamiento bélico que produjo más muertes en el referido año fue la guerra civil en Etiopía, la cual no fue reproducida en medios de comunicación.
Cuando se examinan los factores que generan la cobertura mediática de una guerra, se puede observar que no depende de la crisis humanitaria o del número de muertos, sino, fundamentalmente, de la intervención de potencias militares occidentales y de primer orden, como Rusia y potencias de la OTAN, en particular Estados Unidos. Una excepción es la República Popular China que prácticamente no se involucra en guerras.
En consecuencia, no es casual que la guerra en Ucrania tenga la mayor cobertura mediática en décadas. Sencillamente es una guerra por proxy entre Rusia y la OTAN, donde esta última apoya decididamente a Ucrania, pero no pelea directamente contra Rusia.
Además de todo esto, en los últimos cuatro años padecimos la mayor recesión internacional desde la gran depresión, que fue la mayor crisis del capitalismo internacional. En la historia hemos padecido una crisis comparablemente inferior, pero digamos la más cercana que va asociada con otro fenómeno que es inusual: hemos pasado por la mayor pandemia en un siglo. La gripe española, la última gran pandemia internacional (que no tuvo como origen a España, a pesar de que el nombre parece sugerirlo) terminó en 1920, y sus últimos casos se reportaron en Japón y Perú.
Para recapitular, hemos tenido el mayor número de guerras, la mayor guerra desde la Segunda Guerra Mundial en Europa, la mayor recesión en casi 10 años y la peor pandemia en casi 100 años.
En relación a la pandemia, es necesario especificar que, según el FMI, el producto bruto interno de América Latina cayó en un 7%, mientras que en el mundo fue de 3%, es decir, la reducción de la economía de América Latina fue más del doble que la del resto del mundo. Otro dato relevante es que América Latina fue la región con mayor número de muertes excedentes. Esto resulta de una comparación entre la mortalidad producida durante la pandemia y los casos habituales en un país antes de este escenario. La presunción es, aunque no siempre es el caso, que esas muertes excedentes fundamentalmente se deberían a la guerra o a la pandemia.
América Latina sufrió en mayor proporción que África Subsahariana. Considerando que los países de esa zona son más pobres y tienen peores servicios de salud pública ¿Cómo es posible que haya habido en términos relativos menos excedentes? Al parecer hay un elemento genético que lo causa, sin embargo, la explicación más socorrida tiene relación con la distribución por edades de la población y la presencia de comorbilidad que hacen más proclive a una persona a padecer una enfermedad con consecuencia severas. En otras palabras, hay más obesidad en Latinoamérica que en África Subsahariana, donde –además- la población es más joven. En consecuencia: a mayor edad, mayor probabilidad de contraer el COVID-19 y de padecer consecuencias severas.
Es así como América Latina tuvo las más altas tasas de muertes excedentes, y 4 de los 10 países con más muertes en términos absolutos: Brasil, México, Perú y Colombia. En ese orden, hemos padecido también la peor inflación. En más de 40 años no había sucedido una inflación internacional comparable a la actual. Igualmente, después de casi cuatro décadas ningún país había intentado anexar territorio por medio de la guerra como Rusia, que ha conmemorado el primer aniversario de la anexión de territorios ucranianos después de haber anexionado en 2014 la península de Sebastopol y Crimea.
En ese sentido, Putin no es un líder representativo de la media global; no nos referimos a que no haya líderes autoritarios, sino a que incluso los líderes de dichas características no habían intentado hacer en mucho tiempo lo que ha logrado con éxito el presidente ruso.
Además, hemos tenido el mayor crecimiento electoral de la derecha radical desde la década de los años 30 del siglo pasado. Lo menciono porque hay un elemento de ideología de la derecha radical de hacerla menos proclive de fomentar la cooperación internacional, y es el nacionalismo étnico.
Por último, ha crecido el número de intervenciones militares extranjeros en países que padecían una guerra civil. El caso de Siria se inició con una guerra civil que inmediatamente tuvo intervención de países como Arabia Saudita, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Turquía que comenzaron a apoyar a grupos insurgentes que levantaban armas contra el régimen de Bashad Al Asad. Luego, el gobierno recibió el apoyo no solo del ejército y la aviación rusa, sino también de actores no estatales como Hezbolá, el grupo libanés, el grupo Wagner y a su vez de algunas guerrillas. De hecho, los kurdos reciben ayuda explícita de potencias que utilizan sus propias fuerzas armadas en este conflicto, fundamentalmente Estados Unidos y el Reino Unido.
Turquía también incursionó en el norte de Siria, es así que lo que inició con una guerra civil entre actores civiles internos, terminó involucrando a Rusia, Reino Unido e Irán en distintos bandos y guerras libradas a través de proxy con financiamiento de Arabia Saudita, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, y más grupos irregulares armados, lo que es grave por la participación internacional en guerras civiles. El consenso en el tema en estudios de seguridad es que las intervenciones militares extranjeras casi siempre traen consecuencias negativas para el país que es víctima de esa intervención. Por ende, estamos hablando -y eso quiero aclararlo de antemano- de lo que un autor llama intervenciones que no son neutrales ni humanitarias, es decir aquí hay que distinguir la intervención de la OTAN o de los Estados Unidos, de las operaciones de mantenimiento de la paz aprobadas por la ONU -en las que participan las fuerzas armadas peruanas-, que sí tienen efectos positivos.
Las intervenciones que tienen consecuencias negativas son las que no son neutrales, puesto que toman partido por uno de los bandos en la guerra -como en el caso de Siria- y no tienen propósitos humanitarios sino políticos. Aquí coloco dos ejemplos: un estudio académico en el que el autor estadounidense de ascendencia portuguesa, Bruce Bueno de Mesquita, encuentra que las intervenciones de los Estados Unidos produjeron una democracia estable en la siguiente década en menos de un 3% de los casos. Por lo tanto, esta idea de invadir un país para democratizarlo funcionó más mal que bien en Alemania y en Japón, pero recordemos que estos dos países, recibieron un amplio número de recursos por parte de Estados Unidos que ya no está dispuesto a dedicar a la ayuda exterior, sobre todo a través del Plan Marshall; adicionalmente, Alemania tenía un nivel de capital humano muy elevado y eso ayuda a entender la reconstrucción bajo la democracia. Además, en el caso de Oriente Medio uno tiende a creer que la polarización étnica o religiosa es un fenómeno que surge espontáneamente en esas sociedades, lo que sugiere el autor es que no es el caso.
Primero, se constató que en Oriente Medio ha habido más intervenciones militares extranjeras que en cualquier parte del mundo, la región que le sigue es el África Subsahariana, donde se han producido la mitad de estas proporcionalmente al caso anterior. Lo que encontraron estos autores es que la polarización étnica, religiosa, lengua, historia, etc., no era superior a la media mundial. En Oriente Medio en la década de los 60, tras las intervenciones militares extranjeras, la polarización étnica-religiosa se vuelve significativamente mayor al promedio. Además, cuando una guerra civil se ve lastrada por una intervención militar extranjera, tiende a alargarse. Por el contrario, cuando es una guerra estrictamente civil, debe financiarse con la economía local, que indefectiblemente llega a un punto de agotamiento que termina generando incentivos para buscar una solución negociada porque el costo de financiar el conflicto se vuelve cada vez más elevado y difícil. Pero si el financiamiento de la guerra viene del exterior (como puede ocurrir porque si bien, no hay intervención extranjera pero sí recursos como la droga o piedras preciosas que se exportan), tiende a provocar la prolongación del enfrentamiento. En estos casos intervienen actores estatales y otros como el grupo Wagner, que tienen como propósito fundamental el núcleo, y no necesariamente el estado lo auspicia. Rusia puede tener objetivos políticos propios, pero el grupo Wagner está interesado en el dinero que pueden obtener de la intervención, la cual realizan para controlar recursos de los cuales lucrar, y también para mantener dictaduras en el poder.
El nacionalismo típico es un elemento que ya habían mencionado, y que es medular de la ideología de grupos de derecha radical. Por ejemplo, José Antonio Kast, el candidato de derecha radical a la presidencia en Chile, y quien es alguien bien perfilado para las próximas elecciones presidenciales, firma junto con partidos de derecha peruanos la “Carta de Madrid”, y participa en el “Foro de Madrid”, por lo que uno podría pensar que, por ende, Kast es un aliado de estos partidos peruanos, ya que por algo son parte del mismo foro político de coordinación. Sin embargo, si ustedes observan el programa electoral de Kast, era muy duro con el Perú. Kast declaró en una entrevista en CNN Chile que la razón por la que había una crisis migratoria en Chile era debido al ingreso de migrantes desde Bolivia, y esto se producía porque Perú no detenía a los migrantes venezolanos que entraban a su vez desde Ecuador, y tampoco impedía que sus migrantes se dirigiesen del Perú a Bolivia, que es de donde entraban generalmente a Chile, por lo que fustigaba al Perú, no porque pasaran migrantes indocumentados de Perú a Chile, sino porque supuestamente el gobierno peruano era negligente al permitir dicho flujo migratorio. Entonces, al conocer el discurso de Kast, se evidencia que el nacionalismo es un factor que genera conflictos incluso entre grupos de derecha radical, recuerden que en este momento hay problemas entre Polonia y Ucrania porque Polonia, entre otros países, adoptaron medidas proteccionistas respecto a la importación de granos ucranianos. En consecuencia, hay que tener presente que los grupos de extrema derecha radical no son aliados naturales y pueden ser rivales entre sí. Sin embargo, comparten enemigos comunes, lo que llaman el “globalismo liberal”, todas las variantes de la izquierda, el islam, los migrantes, entre otros. Además, los nacionalismos étnicos habitualmente se tienen como rivales los unos a los otros, por eso es que mencionan esta ideología en particular, y creo que parte de la explicación de que la pandemia ha sido tan costosa para el mundo, y en particular para América Latina, tiene que ver con eso: la interdependencia creciente entre los países en temas ambientales, político-económicos, y todo lo que conllevan produce mayor vulnerabilidad recíproca. La derecha radical intenta responder a esa vulnerabilidad con soluciones nacionales como por ejemplo “América First”. Sin embargo, yo me atrevería a argumentar que tuvimos la peor pandemia en un siglo no porque el virus fuera particularmente desconocido, brutal o contagioso, sino porque tuvimos mucha menos cooperación internacional que en pandemias anteriores.
Para empezar, el virus del SARS-CoV-2 no es un virus nuevo, ya que es de la familia de los coronavirus que ya eran conocidos hace décadas y que había causado algunas variantes. La primera pandemia global de este siglo fue la del SARS, y en el 2012, se produjo la epidemia regional del MERS-CoV o síndrome respiratorio del Medio Oriente. No es que en la guerra un virus desconocido fuera un poco más contagioso que algunas variantes del COVID-19, y no es que sea un virus desconocido, incluso era más contagioso que otras variantes del COVID. El punto fundamental, en mi opinión, es que los problemas transnacionales como una pandemia o el cambio climático, requieren de una autoridad sobre los estados nacionales, una autoridad que -vista desde la perspectiva de capacidad coercitiva de hacer cumplir normas- no existe, entonces se tienden a generar autoridades ad hoc. Aquí, hago un contraste entre la pandemia generada por el virus H1N1 en 2009, que casi hemos olvidado por no tener las consecuencias dantescas del COVID-19, y porque le dimos una solución rápida y eficaz mediante la cooperación internacional. De la experiencia de la pandemia del SARS en el 2003 se elaboró un reglamento sanitario internacional en 2005, que autoriza a la OMS para prevenir una pandemia, declararla y afrontar las consecuencias, por lo que en 2009 dicha organización coordinó con los estados, organismos no gubernamentales, empresas privadas de carácter nacional e internacional para afrontar esa pandemia, por lo que fue resuelta relativamente rápidamente y a un costo relativamente bajo de cientos miles de muertos, no como con el COVID-19 con cerca de 20 millones de muertos. Ante la pandemia del COVID-19 no volvimos a tener ese nivel de cooperación internacional. Ahora ya es un hecho comentado que China, que fue el epicentro de la pandemia, no brindó información con la celeridad necesaria sobre la existencia de este nuevo virus y no cooperó con una misión de investigación que pretendía enviar la OMS para determinar el origen del virus. Por otro lado, los EEUU se retiraron de la OMS durante la pandemia, lo que privó a esta institución de alrededor de un 20% de su financiamiento total. Estamos hablando de dos países que equivalen al 40% de la economía mundial, y cuando menos un tercio de los fondos del Sistema de Naciones Unidas. Sin la cooperación de estos dos países no había una solución viable para la pandemia y eso probablemente sea lo que ayude a explicar, a modo de hipótesis, por qué esta fue mucho peor que las dos anteriores a este siglo.
Hemos oído hablar mucho -en los años recientes- sobre la cuestión del mundo multipolar, y la conveniencia de este por parte de gobernantes de distinta orientación política e ideológica, gobernantes democráticos y de izquierda, o gobernantes de derecha radical como Putin en Rusia. El punto clave es EEUU, y cómo es que abusó de su poderío durante lo que se debe llamar el mundo unipolar, entre 1991 y el 2003. Por ejemplo, EEUU invadió Irak en 2003 sin autorización del Consejo de Seguridad de la ONU y con argumentos que, finalmente, una investigación oficial estadounidense demostró que eran falsa la existencia de armas de destrucción masiva en Irak así como su construcción, de la misma forma con el supuesto vínculo entre el régimen iraquí y el grupo terrorista Al Qaeda. Entonces, digamos que el argumento para invadir Irak no era un verdadero o válido, si eso fue lo que ocurrió durante el mundo unipolar parecería obvio que la única alternativa debería ser un mundo multipolar. Sin embargo, diría que el mundo fue multipolar después de las crisis de las Guerras Napoleónicas en el siglo XIX, entre 1815 y 1945, pero ese mundo no era en lo absoluto un mundo digno de replicarse. Por ejemplo, el uso de la fuerza para resolver conflictos comerciales era una práctica común, un caso de ello fueron las Guerras del Opio. China cerró las importaciones de opio provenientes de las colonias británicas en la India, por lo que el Reino Unido junto a otras potencias europeas atacaron a China en parte para obligarla a abrir sus mercados al comercio de opio, por eso el nombre de este conflicto. Asimismo, los países también resolvieron los conflictos en materia financiera con la guerra, por suerte eso no ocurrió en el Pacifico, pero si en el atlántico sudamericano, pues hubo a inicios del siglo XX -entre 1902 y 1903- bloqueos contra puertos venezolanos para obligarlos a pagar el servicio de su deuda externa.
Para resumir lo que ocurrió entre 1915 y 1945, la etapa final de ese orden multipolar, tuvimos dos guerras mundiales, la gran depresión, el colonialismo, las dictaduras totalitarias fascistas y comunistas, el holocausto y entre otros genocidios y acontecimientos. Entonces, un mundo multipolar se define como la distribución de poderío militar entre los principales estados del planeta. A diferencia del periodo unipolar, EEUU tenía una posición de poderío militar y su capacidad para proyectarlo era también indiscutido. Antes teníamos un mundo bipolar con las URSS y los EEUU, ahora tendríamos nuevamente un mundo multipolar o es a lo que aspiran algunos líderes.
La primera observación frente a un posible mundo multipolar es el discrecionalismo de las potencias militares en el escenario internacional debido a que puede producir los resultados que acabo de mencionar. En ese sentido, no tendría en lo absoluto por qué ser más deseable que el mundo unipolar de 1991-2003. Personalmente, sugeriría que la alternativa a la unipolaridad, sería el multilateralismo que -definido de manera muy sencilla- implicaría la restricción -por medio de las instituciones y el derecho internacional, y en la medida de lo posible- del uso arbitrario del poder estatal. Muchos dirán que esto suena demasiado iluso u optimista, y yo señalaría que todos conocemos casos de violaciones flagrantes del derecho internacional, pero también hay violaciones flagrantes al derecho nacional y nadie niega su existencia o eficacia relativa por esas violaciones. Claramente la invasión de Ucrania es un ejemplo de una violación flagrante y reciente al derecho internacional, pero mi argumento sería que este se cumple la mayor parte del tiempo y en la mayoría de lugares. Hoy en día, por ejemplo, no hay invasiones por razones comerciales o por conflictos comerciales, no hay un bloqueo de puertos para cobrar deuda, y recuerden que el Perú tiene 50 mil km cuadrados de territorio adicionales de zona económica exclusiva en el océano pacifico, gracias al fallo de la Corte Internacional de Justicia, y que un país militarmente superior al Perú como Chile acató e implemento.
Entonces, digamos que el multilateralismo es deseable según sea factible, pero eso depende -en buena medida- de que las potencias decidan actuar dentro del orden multilateral, como lo habían estado haciendo incluso las grandes potencias sin anexar territorios por medio de la guerra, práctica que era habitual hasta la carta de la ONU de 1945. Lamentablemente, por eso es grave para un país como el Perú lo que está sucediendo en Ucrania. Nosotros ganamos un caso ante una corte internacional, y no tuvimos que apelar a la fuerza y tampoco lo hizo nuestro estado rival circunstancial, Chile. Pero eso será menos probable mientras haya más casos de conflicto armado que tenga por objetivo anexar un territorio como viene ocurriendo en Ucrania, entonces no es algo que nos sea del todo ajeno.
Se usa la expresión guerra fría para hablar indistintamente de la relación entre la OTAN y Rusia, o de la relación de la primera con China y voy a tratar de establecer cuáles son las grandes diferencias entre lo que ocurre hoy y lo que llamamos guerra fría o el periodo bipolar del sistema internacional entre 1945 y 1991. En primer lugar, la Guerra Fría no fue con Rusia, sino contra la URSS, debe quedar claro que incluso durante este periodo hubo instancias de cooperación entre las dos grandes potencias del sistema internacional. Los EEUU y las URSS, aprendiendo de experiencias que pusieron al mundo al borde de una guerra nuclear, establecieron mecanismos de comunicación como el famoso teléfono rojo, que en realidad era un telégrafo que comunicaba en tiempo real 24 horas al día a las grandes potencias. Llegaron a acuerdos sobre limitación de armamentos y cooperación científica que provocaron el descubrimiento la vacuna contra la viruela. Segundo, la Unión Soviética era mucho más importante en el mundo de su época de lo que es Rusia hoy en día. La URSS tenía la segunda economía del mundo y representaba el 44% de la economía de los EEUU. Rusia –en cambio- es la décimo segunda potencia económica, si bien se encuentra en constante movimiento con economías más grandes del mundo, su producto bruto interno equivale un 7.5% de la economía de los EEUU. Por eso hago esta comparación entre el estado de Texas y Rusia: la economía de la primera es más grande que la segunda. Para ponerlo en perspectiva, el gasto de defensa soviético era cercano al gasto americano, siempre era inferior debido a que su economía también lo era, siendo ese uno de los motivos por el cual la URSS desapareció. Es decir, no pudo soportar el nivel del gasto militar como proporción de la economía que tuvo al final de la guerra fría porque su gasto de defensa era similar al de EEUU.
En 2020, según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), el gasto de defensa de EEUU era mayor a la suma de los 10 países que le seguían, ocho de los cuales eran aliados suyos. EEUU tiene presencia militar en 700 puntos y en 80 países en el extranjero, Rusia solo tiene bases militares en ex repúblicas soviéticas en Siria y Vietnam. Finalmente, la URSS tenía un modelo que pretendía exportar que consistía –en lo económico- en la planificación central con propiedad pública de los medios de producción, y –en lo político- en un sistema de dictadura de partido único. Sin embargo, el comunismo era un modelo a seguir para varios países del resto del mundo, de ahí que la URSS apoyó tanto a Cuba, puesto que era el modelo para América latina alternativo al capitalismo. Rusia no tiene nada equivalente que ofrecer al mundo, las principales fuentes de legitimidad de Putin son -a nivel interno- el nacionalismo ruso, y, comprenderán que el nacionalismo solo atañe a los ciudadanos rusos de etnia rusa. En segundo lugar, la apelación de un orden multipolar contra la presunta hegemonía estadounidense, ya que el papel de los EEUU a día de hoy es totalmente diferente al que tuvo inmediatamente después de la segunda guerra mundial. No hay punto de comparación, ese EEUU era la mitad de la economía mundial, el actual Estados Unidos es el 25%. Adicionalmente, en mi opinión, tenía un liderazgo más ilustrado que fomenta la creación de la ONU y el Plan Marshall. Hoy EEUU está sumido más en sus problemas internos, sin importar si es demócrata o republicano, el presidente Biden, es igual de proteccionista que Trump. Entonces, EEUU hoy es muy diferente a lo que fue después de la Segunda Guerra Mundial, y no tiene ganas de ejercer el liderazgo que tuvo en ese momento. Parte del problema más bien es que sin EEUU y China cooperando, no van a haber soluciones a asuntos como el cambio climático, que son problemas que afectan al conjunto del planeta.
Finalmente, cuando se habla de una guerra fría con China hay que tener en cuenta que, occidente tenía relativamente poco comercio con la URSS y con el bloque comunista en general. Europa, por su parte, tenía un cierto grado de comercio con la URSS, y posteriormente con Rusia -hasta la guerra con Ucrania- en el que se beneficiaron del gas y petróleo ruso y en proporciones mucho mayores que ahora, pero en general estas eran economías comunistas relativamente cerradas. Por otro lado, la economía China es completamente adversa ya que es muy abierta, por ejemplo, cómo se mide, qué proporción del comercio internacional representa, esa cifra es mucho más grande para China que para EEUU, y ese es un indicador de una economía más abierta. El comercio es una proporción más grande de su economía que para EEUU. China además se ha beneficiado del orden internacional de la posguerra, habitualmente se dice que las pugnas por la hegemonía entre grandes potencias son pugnas para cambiar las reglas de juego internacional producida por la potencia declinante pero aquí, esta es nuevamente una prueba de que Estados Unidos tuvo un liderazgo ilustrado en alguna época. El sistema internacional contemporáneo si bien benefició grandemente a EEUU y sus aliados, no los hizo a expensas de terceros, sino que es un sistema que benefició a otros países como China.
Cuando ustedes ven el crecimiento del superávit comercial, es decir, la diferencia entre sus exportaciones e importaciones, resulta exponencial después de que China ingresó a inicios de este siglo a la Organización Mundial del Comercio. China no es necesariamente un enemigo del orden internacional de la posguerra, lo es en ciertas áreas (por ejemplo, los intentos de promover el derecho internacional los derechos humanos, donde ahí reivindica la soberanía nacional) pero en temas comerciales, China está muy cómoda por las reglas de juego, y quien ahora sabotea la OMC es EEUU, su principal creador, quien no permite completar el Quórum de naciones del OMC. Estados Unidos no tenía mayor comercio con la URSS, pero era el principal socio comercial de China en el 2018. Si bien eso ha cambiado producto de las sanciones y restricciones (sobre todo a las exportaciones que primero aplica Trump y luego Biden) China sigue siendo un socio comercial muy importante de EEUU. Además, la relación económica con China no es únicamente comercial: hay 70 mil empresas americanas operando en China lo que genera una cadena de suministros internacionales. Para explicarnos mejor: para producir un avión en EEUU o un auto en México, una proporción muy grande de insumos viene del exterior. Asimismo, el 40% valor de un auto importado por EEUU desde México, tiene su origen en el mismo EEUU. Por eso, si se prohíbe la importación de autos fabricados en México, va afectar a la industria americana que exporta 40% del valor de ese vehículo a México para que el auto sea ensamblado allí. De la misma forma con el iPhone, lo que provoca que algunas de las sanciones económicas tengan un efecto boomerang, puesto que EEUU es parte de la misma cadena de suministros. Además, China sigue siendo el mayor acreedor de la deuda de los EEUU, ha deducido su exposición, antes era 1.3 trillones de dólares en bonos del tesoro americano en poder del gobierno como reserva internacional, hoy asciende a un trillón cien mil millones de dólares. El gasto de defensa es más de tres veces superior al de China, que es una dictadura sin duda, por momentos atroz para su propia población y relativamente agresivo para resolver problemas limítrofes, sobre todo en espacios marítimos. Pero también hay que añadir que –contrariamente a la práctica de Estados Unidos- China no ha iniciado una guerra en más de 40 años y no suele respaldar -a diferencia de Rusia- a los rivales de los EEUU en conflictos regionales como el de Siria.
Creo que, he generado más dudas y preguntas que respuestas, pero creo que hay que cuestionar a veces las premisas detrás de las preguntas como las que el título da a esta conferencia.