REVISTA PERUANA DE DERECHO INTERNACIONAL

ISSN: 0035-0370 / ISSN-e: 2663-0222

Tomo LXXIV. Enero-Abril 2024, N° 176, pp. 225-239.

DOI: https://doi.org/10.38180/rpdi.v74i176.504

 

V Curso de Derecho Internacional Contemporáneo

 

La Alianza del Pacífico: fortalezas, debilidades y retos

The Pacific Alliance: strengths, weaknesses and challenges

Oscar Vidarte Arévalo (*)

(*) Docente Asociado del Departamento de Ciencias Sociales de la especialidad de Relaciones Internacionales de la PUCP y Coordinador del Grupo de Investigación sobre Política Exterior Peruana (GIPEP) de la misma casa de estudios. Estudió Derecho en la PUCP, es Magister en Relaciones Internacionales por la Pontificia Universidad Javeriana (Colombia) y es Doctor en Ciencia Política y Gobierno por la PUCP. También cuenta con estudios en Seguridad Internacional por la Universidad de Delaware (Estados Unidos).

 

La presente exposición fue compartida el 30 de septiembre de 2023 en el marco del V Curso de Derecho Internacional Contemporáneo, con la cual el autor formaliza su incorporación como Miembro Asociado, conforme a lo dispuesto por el Consejo Directivo de la Sociedad Peruana de Derecho Internacional, mediante Acta del 13 de diciembre de 2018.

 

 

 

 

La Alianza del Pacífico tiene poco más de 10 años, tiempo suficiente para plantearnos cuestiones sobre su futuro. Este proyecto nació inicialmente con otro nombre, el “Arco del Pacífico”, el cual tuvo sus orígenes en el entonces gobierno de Alan García. Es bueno recordar que este fue siempre un proyecto económico y liberal más que geográfico, puesto que desde un inicio se pensó para mejorar las relaciones con el Asia-Pacifico. No obstante, debido a su naturaleza económica-liberal, su consolidación se hizo muy difícil por la ola progresista que dominó la región esos años, coyuntura que favoreció más bien a organizaciones con otro perfil como la UNASUR y el ALBA. Este contexto imposibilitó el desarrollo del Arco del Pacífico. A pesar de que inicialmente varios países se comprometieron a formar parte de él, finalmente esto no sucedió. Cambios de gobierno en diferentes países, como Ecuador y Nicaragua, llevaron a que sus nuevos mandatarios terminaran alejándose de esta iniciativa por esencia liberal.

Las deserciones y el contexto político adverso complicaron la conformación del Arco del Pacífico. Sin embargo, el proyecto no desaparece del todo y un par de años después de su fracaso, la Alianza del Pacifico surge como una alternativa, en una reunión celebrada en abril del 2011 en la ciudad de Lima. Pero, no serían los mismos países, sino que solo estaría compuesta por cuatro de los miembros originales: Perú, México, Chile y Colombia, los cuales contaban con gobiernos que mostraban un compromiso con la democracia y una economía abierta. No obstante, no todo fue tan sencillo. En sus inicios hubo un debate interno sobre si México debía o no ser parte de la Alianza del Pacifico, pero al considerar el tamaño de su economía y su articulación con la de Estados Unidos, terminó primando la importancia de México en la organización. Entonces, la Alianza del Pacifico nace de cuatro países medianamente grandes, en parte liberales y abiertos, por lo que tenía más posibilidades de sobrevivir que el anterior proyecto.

A partir de 2011 se inicia el proceso de fortalecimiento de la Alianza del Pacifico, y un año después se firma el acuerdo marco, una especie de tratado constitutivo, que no entró en vigencia hasta el 2015. Este acuerdo tardó en entrar en vigencia por los procesos internos en los Estados. Por otro lado, en 2014 se firmó el Protocolo Comercial. Este instrumento constituyó la  zona de libre comercio de la Alianza del Pacifico, vigente a partir del año 2016. En otras palabras, entre 2015 y 2016 entraron en vigor los que podrían ser los principales instrumentos de un mecanismo principalmente comercial, aunque no exclusivamente. Cabe señalar que, la Alianza implica alrededor de 230 millones de personas, aproximadamente 600 mil millones en exportaciones, 40% del PIB de América Latina y octava economía del mundo.

Pero, ¿cuál es la naturaleza de la Alianza del Pacífico? Es evidente que no se le puede calificar como un bloque, ya que eso implica un nivel de unidad que no existe, siendo un mecanismo de carácter intergubernamental formado por países que toman decisiones en consenso, sin que exista algo que esté por encima de ellos cuatro. Cualquier disposición surge del acuerdo de estos cuatro países. De igual manera, se puede decir que la Alianza del Pacífico tampoco constituye un organismo internacional, es decir, no tiene competencias propias, ni órganos propios. Esto no implica que no sea un espacio de carácter multilateral, ya estos no sólo se manifiestan a través de organismos internacionales, sino también de regímenes internacionales, grupos o organizaciones de carácter más informal, como por ejemplo el Grupo de Lima, creado para hacer frente al problema que significaba Venezuela. A partir de los señalado, la Alianza del Pacífico constituye un mecanismo o una herramienta de integración, principalmente económica, entre cuatro países de América Latina con proyección hacia el Asia-Pacífico.

Es bueno recordar que el énfasis económico fue fundamental para la creación de la Alianza, pero personalmente creo que este mecanismo va más allá de ser un simple acuerdo comercial como algunos podrían considerar. Varios académicos hablan de una zona de libre comercio plus, con lo que se refieren a que no solamente se preocupa en promover el libre comercio, sino que también incorpora iniciativas en materia de cooperación sobre diversos temas. Por ejemplo, en el caso de la Alianza del Pacífico existen 24 grupos técnicos, y cada uno de estos grupos desarrolla múltiples temas, desde género hasta medio ambiente. También es importante recalcar que la Alianza del Pacífico incorpora otro tipo de elementos económicos como el tema financiero. En ese sentido, la Alianza ha venido impulsando el “MILA”, el Mercado Integrado Latinoamericano, que busca integrar las bolsas de valores de los cuatros países miembros. Esto implica no solamente pensar la relación en términos comerciales sino también financieros. De igual manera, se podría incorporar en este punto el movimiento de personas, que también es un aspecto que cae dentro del componente económico y que ha sido de gran relevancia desde los inicios de la Alianza.

Además de los cuatro miembros que ya se mencionaron -Perú, Chile, México y Colombia-, la Alianza del Pacífico cuenta con más de 60 países observadores, principalmente del Asia-Pacífico que han visto una opción importante o que han mostrado interés por un “mecanismo” que desde sus inicios se mostró muy activo y comprometido con el libre comercio. Este mecanismo, al ser la octava economía más grande del mundo, ha atraído a múltiples Estados que buscan o pretenden hacer negocios, lo que puede ser un buen indicador acerca de la importancia que va adquiriendo la Alianza del Pacífico dentro de la comunidad internacional. Además, aparece una nueva figura: los países asociados, que, a pesar de no haber en el momento, sí hay países candidatos, entre ellos, el que más ha avanzado es Singapur. Para postular, se establece la necesidad de que tengan un acuerdo de libre comercio con los países de la Alianza. Singapur, por su parte, ya cerró el acuerdo, aunque falta que entre en vigencia en los cuatro países, una vez que suceda esto, lo más probable es que se convierta en país asociado, lo que le dará derechos superiores en comparación a un país observador. Los otros países en proceso son Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Corea del Sur.

Por otra parte, hay que señalar que también hay países que buscan ser miembros plenos de la Alianza del Pacífico, siendo Ecuador el caso más claro en los últimos años, que en el gobierno de Guillermo Lasso ha mostrado mucho interés por formar parte de esta Alianza. Aquí, es importante recordar que Ecuador está viviendo un proceso político bastante complejo y difícil, a puertas de un proceso electoral cuyo resultado es incierto. Además, considerando que la Alianza del Pacífico se construye sobre la base de acuerdos bilaterales comerciales entre sus integrantes, una de las principales dificultades que existe es que Ecuador no cuenta con un tratado de libre comercio con México También es cierto que la Alianza del Pacífico en los últimos tiempos ha perdido algo de brillo, lo cual puede ser otro elemento a considerar en el futuro ingreso o no de Ecuador a este mecanismo de integración. 

Otra característica importante dentro de la Alianza del Pacifico es su marcado pragmatismo. En sus inicios lo fue mucho más que en la actualidad. El contexto de auge de los commodities obligó a los países a aprovechar esta oportunidad y las dinámicas comerciales e internacionales que derivaban de ella. Tratándose de la Alianza del Pacífico, estamos hablando de un grupo de países que entendió la importancia del comercio en un escenario muy positivo para la dinámica económica a nivel mundial. América Latina interesaba al resto del mundo, atraía a países de todas partes por ser la región emergente que más crecía en ese momento en el planeta. Algunos países, como el caso peruano -que de alguna forma fue un país emblemático de este crecimiento y desarrollo latinoamericano- aprovecharon este contexto para promover el comercio, la integración y su apertura al mundo.

Por otro lado, cierto es que, durante estos años de inicios de la segunda década del siglo XXI, ya se estaba afirmando la importancia del Asia-Pacífico, consolidándose como el gran motor de la economía global. No es casualidad que, a partir del 2010, China se convirtió por primera vez en nuestro principal socio comercial desplazando a los Estados Unidos, situación que se presentó como una alerta sobre el nuevo papel del Asia-Pacífico para nuestros países, y que en la siguiente década se confirmó. En esta coyuntura, construir una herramienta como la Alianza del Pacífico, que favorezca la apertura económica y el acercamiento al Asia-Pacífico es la mejor expresión de pragmatismo. Y es que, cuando hablamos de pragmatismo como concepto se refiere a tomar la mejor decisión en un contexto determinado y función de ciertos objetivos para poder lograr el desarrollo de nuestros países. Así, la creación de la Alianza del Pacífico por Perú, México, Chile y Colombia, fue una muy buena decisión.

Mi crítica va por otro lado, yo creo que la Alianza del Pacífico es pragmática, pero algunas veces hay un error conceptual, pues con mucha facilidad creamos la dicotomía pragmatismo e ideología, creyendo que son opuestos. El problema es que a partir de los años 90 y el cambio de visión que implicó la caída de la URSS y el fin de la Guerra Fría, la ideología se convirtió en el camino no deseado. Hay una lectura nefasta de la ideología, siendo expresión de algo negativo mientras que el pragmatismo se entiende como algo positivo, incluso terminamos identificando al pragmatismo como sinónimo de políticas liberales y a la ideología como sinónimo de cualquier propuesta de carácter no liberal, populista, de izquierda o como quieran llamarlo.

La ideología es un componente que se aprecia en todos los seres humanos, la ideología es como ponerse unos lentes: te permite interpretar la realidad sobre la cual se toman decisiones. Entonces, la ideología son ideas, principios y elementos subjetivos que los seres humanos tenemos y utilizamos para entender nuestro entorno y en ese contexto tomar decisiones. Así que la ideología no es propiamente contraria al pragmatismo, lo contrario es el comportamiento dogmático, es decir, tomar un marco ideológico que pudo haber servido hace 50 años y utilizarlo el día de hoy, sin tener en cuenta el contexto y la realidad del momento. Esto tampoco implica que el pragmatismo sea sinónimo de éxito y el dogmatismo sinónimo de fracaso, se puede ser muy pragmático y no tener ningún resultado. Pero en realidad, la ideología está presente en todo, tanto en un comportamiento dogmático como en un comportamiento pragmático.

Esto se demuestra en los inicios de la Alianza del Pacífico, la propuesta liberal es básicamente una propuesta ideológica que se construye en base a ciertas ideas que de alguna u otra manera constituye un marco de referencia. En otras palabras, lo que estoy tratando de decir es que -desde sus inicios- la Alianza del Pacifico asume un camino pragmático utilizando un marco ideológico como el neoliberalismo, ya que entiende que ese es el mejor camino para ciertos objetivos, básicamente el desarrollo de nuestros países. Así, el pragmatismo y la ideología no son necesariamente opuestos. Por eso soy reacio cuando dicen que la UNASUR fracasó por cuestiones ideológicas y se creó el PROSUR, que también tiene bases ideológicas.

Es decir, la ideología no es el problema porque esta se encuentra siempre presente, incluso cuando llegaron al poder gobiernos progresistas o de izquierda en la región en los últimos tiempos -López Obrador en México, Petro el Colombia, Boric en Chile y Castillo en Perú- muchos pensaron en el fin de la Alianza del Pacifico, se plantearon escenarios nefastos sobre su futuro y nada de esto sucedió. En su momento, la llegada al poder de Ollanta Humala en Perú o de Michelle Bachelet en Chile -que eran críticos a la Alianza del Pacífico- no tuvo un impacto negativo. La llegada de los cuatro mandatarios mencionados tampoco implicó el comienzo del final. Por el contrario, para los cuatro países la relación con el Asia-Pacífico es fundamental y si tienes una herramienta como la Alianza del Pacífico que te permite establecer y construir vínculos en ese espacio, es lógico que un gobierno, sea de izquierda o derecha, debe darle importancia en función de nuestros intereses como país, tal y como sucedió.

No obstante, no todos los gobiernos la han impulsado con el mismo interés. Un claro ejemplo de ello es el gobierno mexicano que no le mostró demasiado interés a la Alianza del Pacifico, lo cual es entendible si es que conocemos las prioridades de la política mexicana que pasan por su relación con los Estados Unidos. Eso es algo permanente en el tiempo que no vamos a cambiar, yo siempre digo que la prioridad de México en materia de políticas es Estados Unidos y la segunda es también los Estados Unidos y después, recién podría ser la Alianza del Pacífico, algo que no sucede con Chile y Perú. Pero, al margen de la mayor o menor importancia que le puedan dar, los países miembros siguieron reuniéndose y la siguieron impulsando, a tal punto que comenzaron a proponer nuevas cosas para enfrentar las dificultades que presentaba la Alianza del Pacífico, de ahí que se haya comenzado a hablar de una mayor institucionalidad, de cómo trascender de lo económico a lo social, y crear mecanismos que tengan un impacto mucho más fuerte dentro de la Alianza del Pacífico.

Personalmente me parecía interesante, y eso es muestra de pragmatismo. Entonces miremos cómo la Alianza del Pacífico, incluso con la llegada de gobiernos de izquierda, ha seguido pensando en términos muy pragmáticos, tratando de identificar los problemas existentes y buscar soluciones a eso, ya sean liberales, en sus inicios, o ya sean progresistas en los últimos tiempos. Estoy convencido que el pragmatismo es una característica muy importante dentro en la Alianza del Pacífico. 

Por otro lado, no hemos hablado de la importancia del componente económico, y cuáles han sido los principales avances. Yo creo que hay algunas cosas por resaltar que son importantes: en primer lugar, hay una profundización de acuerdos comerciales, a tal punto que se encuentra desregulado el 98% del comercio, y ese 2% restante se espera que para el 2030 este también desregulado.

En segundo lugar, además de los temas comerciales, se ha comenzado un proceso de integración de las bolsas de valores. Los países de la Alianza del Pacífico -a través de sus órganos locales, en el caso peruano PromPerú- han participado conjuntamente en múltiples ferias comerciales y de inversiones articulando y apoyándose para su participación. Probablemente uno de los principales espacios que mejor funciona y que ha seguido funcionando incluso en tiempos tan difíciles como lo que hemos visto los últimos años, es el Consejo Empresarial, que es un espacio de cooperación empresarial donde se desarrollan posibilidades de inversiones, de gran importancia para nuestros países.

Un tercer punto es el movimiento de personas, lo que la Alianza del Pacífico ha favorecido a través de la eliminación de visas. Hay también una serie de cambios normativos en materia de visas para promover mayor movilidad, hay herramientas en materia de turismo que se venían promoviendo y hasta antes de la pandemia avanzaban a pasos muy interesantes, y también la movilidad académica que es un tema que permite la movilidad de alumnos y docentes entre los cuatro países.

Hay que señalar que el éxito de la Alianza del Pacífico está fuera del bloque. Lo digo por las expectativas generadas sobre el comercio interregional. Lamentablemente, ha pasado más de una década y una de las principales críticas es que no existe un comercio intrarregional, como por cierto si existe en la Unión Europea. En la Alianza del Pacífico poco más del 4% implica comercio intrarregional, es decir, comerciamos entre nosotros muy poco; mientras que a nivel de la Unión Europea el comercio intrarregional constituye alrededor del 60% o incluso hasta el 70%. Ese es el nivel del comercio dentro de la Unión Europea. En otras palabras, ellos se compran a ellos mismos y nosotros no, en nuestro caso le compramos a países fuera de la Alianza, seguimos teniendo a nuestros principales socios comerciales fuera de él. El comercio peruano entre Estados Unidos y China puede ser más del 50% o 60% de nuestro intercambio con el mundo. Después de una década, los avances comerciales dentro del bloque todavía son muy reducidos, lo cual deber ser un punto a resaltar.

El tratado constitutivo o el acuerdo marco habla de integración profunda, que son términos que se mencionan mucho y que siempre están muy presente en el discursos y narrativa de nuestros líderes. Pero, ¿a qué nos referimos con integración profunda? ¿Cuál es el siguiente paso para la integración? ¿Hacia dónde se dirige la Alianza? ¿Cuando se habla de integración profunda se está pensando en una Unión Aduanera o  de un Mercado Común? Parece que hay una especie de unión financiera en construcción y eso es un avance. Pero surgen preguntas frente a las cuales no tenemos muchas respuestas. 

Queda claro que no solamente debemos entender a la Alianza del Pacífico como una herramienta exclusivamente económica. Sin embargo, recuerdo haber entrevistado a muchos diplomáticos y políticos en sus inicios, y el discurso era el mismo: la Alianza del Pacífico no busca tener un componente político. Entendían que debía tener un componente principalmente económico, y que el ámbito político es el espacio donde se dificultan las cosas, vale decir, esto debía llevar a la Alianza a ser muy flexible, abierta, aperturista y muy centrada en el tema comercial. Esa fue la orientación inicial, sin perjuicio de que sí existía  un componente político tanto en la práctica como el papel.

Por ejemplo, cuando uno lee el acuerdo marco, este se refiere a una plataforma de articulación política, al margen de que nuestras autoridades quieran alejarse del componente político que identifican como uno de las principales piedras en el zapato de la integración en América Latina. El acuerdo marco establece una plataforma de articulación política, pero sin un mecanismo político no es real. El acuerdo marco señala una cuestión, pero la realidad es otra, puesto que no hay un mecanismo que de alguna manera pueda constituir o promover esta articulación política que se da en la práctica, dado que la prioridad evidentemente es económica.

Curiosamente la Alianza del Pacífico surgió en un contexto político bastante interesante y particular: por un lado, estaba la presencia de los ejes Brasilia y Caracas, que ya para el 2011 comienzan a declinar (aunque todavía ejercían influencia en la región). En ese contexto, la Alianza del Pacífico puede ser entendida como respuesta a la necesidad de construir un balance de poder regional, frente a los ejes liderados por Brasil y Venezuela. Así, la Alianza del Pacífico articula a un grupo de países que escapan de esta ola progresista y que de alguna manera se alían con Estados Unidos, puesto que estos países no solo tienen TLC con los Estados Unidos, también tienen su visión comercial.

Ahora es cierto que, al margen de que el elemento político muchas veces es minimizado, también existen una serie de intereses políticos que están presentes y que algunas o muchas veces no son parte del debate. Por ejemplo, yo creo que los países miembros de la Alianza del Pacífico la utilizan para fortalecer su presencia política y diplomática en el mundo. El hecho de que los estados observadores vean a los países de la Alianza como referentes en la región genera que nuestros países no solo puedan establecer relaciones con dichos observadores, sino también puedan realizar proyectos conjuntos. Asimismo, se tiene lo relativo con las sedes diplomáticas compartidas. En este momento hay ocho sedes diplomáticas compartidas y los estados miembros de la Alianza del Pacífico articulan acuerdos entre ellos y bajo la lógica de la reciprocidad  permiten que nuestros países tengan una mayor presencia diplomática. Uno de los casos más representativos de sede diplomática es la Embajada de Colombia en Ghana en la que también se encuentran las embajadas de México, Colombia y Perú.

Es de resaltar que la Alianza del Pacífico también promueve que los Estados miembros tengan espacios de diálogo que permita el consenso respecto a posiciones en el ámbito multilateral. Se trata de un espacio para llegar a acuerdos sobre temas que van a ser desarrollados en otros espacios multilaterales, eso también es expresión de intereses políticos de los países miembros, al mismo tiempo que fortalece relaciones con terceros Estados. Este fortalecimiento de propuestas multilaterales en conjunto permite también diversificar sus relaciones. Teniendo en cuenta que para nuestros países es fundamental construir mejores y buenas relaciones en el Asia-Pacífico, la Alianza del Pacífico tiene como gran objetivo su relacionamiento con dicha región del mundo. En ese sentido se han construido una serie de espacios de diálogo. Por ejemplo, con ASEAN se viene trabajando cosas sumamente interesantes, lo cual también se demuestra en el interés de los países del Asia-Pacífico por convertirse en los estados asociados de la Alianza del Pacífico.

La Alianza del Pacífico también -dentro de esta perspectiva política- ayuda a fortalecer las relaciones bilaterales entre sus miembros. La Alianza del Pacífico ha sido muy importante en el desarrollo de la relación entre Perú y México por lo menos en los primeros cinco o seis años, yo creo que las relaciones entre ambos países (que han sido estudiadas en un libro que publicamos hace unos cinco años titulado “La Alianza del Pacifico y la política exterior peruana en el ámbito bilateral”) han avanzado gracias a la Alianza del Pacífico. Si bien la relación entre Perú y México se encuentra hoy venida a menos, entre el 2011 y 2016 tuvo una gran dinámica, y es en ese contexto que se firmaron diversos acuerdos y se realizaron diversas dinámicas bilaterales como el acuerdo de socios estratégicos que creo que en su momento fue muy importante. Pienso, por otro lado, que la relación con Chile se vio bastante beneficiada considerando el contexto en el cual Perú y Chile se encontraba ante la Haya por el diferendo marítimo. En este punto, la Alianza del Pacífico ayudó que la dinámica entre Perú y Chile no se viera entorpecida por los vaivenes de un proceso que obviamente era difícil y complejo, sobre todo cuando se trata de límites y soberanía.

Finalmente, podremos tener consideraciones de carácter geopolítico, por ejemplo, Chile como país latinoamericano se proyecta al Asia-Pacífico a través de su espacio oceánico con países como Australia y Nueva Zelanda. El papel de Colombia se encuentra en su articulación entre el Pacífico y el Atlántico, y el rol de México prioriza su cercanía con Estados Unidos. Así es como cada país tiene su perspectiva geopolítica que puede ser fortalecida dentro de lo que pueden ser sus objetivos dentro de la Alianza del Pacifico. Tratándose del Perú, su ubicación central en América del Sur puede resultar de gran relevancia en el vinculo de esta parte del continente con el Asia-Pacífico, como se demuestra en la construcción del puerto de Chancay y la posibilidad de ser el punto de partida de un tren bioceánico.

Pero ahí surgen las preguntas: ¿es la Alianza del Pacífico -finalmente- un proyecto económico? Yo creo que lo es en gran medida, pero también hay grandes falencias que no permiten desarrollar claramente la potencialidad real de la integración económica dentro de la Alianza del Pacífico. No hay una mirada clara económica como conjunto, además, hay debilidades comerciales.

¿Es la Alianza del Pacífico un proyecto político? Si bien se ha desarrollado una mayor presencia internacional política que fortalece o -en principio- podría fortalecer a nuestros países, me parece que la agenda política aún se sustenta en potencialidades más que en resultados concretos. Todavía creo que hay mucho por desarrollar en materia política, aunque partimos de la premisa que lo político no necesariamente es lo más importante dentro de la Alianza del Pacífico.

En ese contexto ¿cuáles son los principales retos? Para ello, primero tenemos que identificar el momento en el que nos encontramos, yo creo que la Alianza del Pacífico tiene dos grandes etapas: una primera, que ya es la del surgimiento y consolidación que va del año 2011 al 2016, y que es bastante positiva, donde generamos mucho interés y expectativas. A nivel de la comunidad internacional se veía a la Alianza del Pacífico de manera muy interesante se avanzó muy rápidamente con muchos proyectos que comenzaron a caminar.

Pero la segunda etapa es la más difícil, que va del 2016 a la actualidad, 2023. Es un periodo más complejo y está marcado por un entorno internacional muy singular. La situación de la economía regional es muy difícil. Antes de la pandemia, la CEPAL sostenía que el lustro entre el 2015 y el 2019 había sido el peor lustro de América Latina en los últimos setenta años; incluso señalaba que podíamos estar frente a una nueva década perdida (en comparación con lo sucedido en  la década del 80 del siglo pasado). Igualmente, el FMI decía que América Latina era la región emergente en el mundo que menos crecía por debajo, incluso que el África Subsahariana, para citar un ejemplo. En está difícil situación, aparece la pandemia del COVID-19 que perjudica aún más nuestras economías. Debo recordarles que el crecimiento del Perú el 2020 fue de -11%, lo que demuestra las dificultades económicas que la Alianza del Pacífico ha tenido que hacer frente esos años.

Adicionalmente, hay que sumar un contexto político bastante complejo. México ha tenido muchos problemas en materia de narcotráfico y derechos humanos, Colombia y Chile también han enfrentado procesos políticos difíciles con protestas y levantamientos; y el Perú, por su parte, ha tenido seis presidentes en siete años. Eso evidencia la crítica situación interna política y social en nuestros países.

En ese contexto, la Alianza del Pacífico presenta por delante una serie de retos interesantes. El primero de ellos, un reto central y razón de ser de la Alianza de Pacífico, yo creo que hay mucho por trabajar en materia de integración económica. Pienso que MILA -que es el gran mecanismo de integración financiera- todavía tiene mucho por dar y hay muchas expectativas respecto a los resultados a nivel comercial, así como muchos obstáculos técnicos, poca movilidad laboral y problemas aduaneros. Es necesario articular cadenas productivas que permitan la exportación de bienes trabajados en nuestros países. Por ello, yo sostengo que no hay una mirada clara como bloque económico a nivel regional. Creo que podríamos comenzar a pensar a futuro qué entendemos realmente por integración profunda.

En segundo lugar, la institucionalidad también constituye un reto. Creo que se debe promover un marco más profundo tanto en lo político como en lo económico, no creo que sea necesario tener grandes instituciones intrarregionales o hacer que la Alianza del Pacífico se mega institucionalice, o que se vuelva un organismo internacional excesivamente burocratizado. Siempre recuerdo una anécdota que tuve con un diplomático asiático, quien me comentó que una  delegación de su país vino hace un par de años a hablar con la Alianza del Pacífico y viajaron a Santiago, Lima, Bogotá y Ciudad de México; y al final, cuando le preguntaron si hablaron con la Alianza del Pacífico dijeron: “No, nunca la vimos, hablamos con cuatro países distintos”, y es que resulta claro que la Alianza del Pacífico es un mecanismo excesivamente intergubernamental y no tiene nada que pueda representar a la Alianza del Pacífico. En este punto es importante mencionar que cada país tiene sus intereses, y no necesariamente en función a lo que pueden ser los intereses de la Alianza del Pacífico. Por eso, yo considero que es necesario cierto nivel de institucionalidad para seguir avanzando en nuestro posicionamiento internacional.

También creo, en tercer lugar, que hay un excesivo bilateralismo, por ejemplo, cuando se piensa en las embajadas conjuntas (un proyecto que tiene sus orígenes en la misma Alianza del Pacífico) se materializa a partir de acuerdos bilaterales entre los países y no a nivel multilateral. Entonces, se generan más acuerdos bilaterales como resultado de la Alianza del Pacífico, pero que no fortalece el conjunto y es que este se fortalece con acuerdos de carácter multilateral, que implica necesariamente a los cuatro países. Hay mucho en la Alianza del Pacífico que se sigue construyendo de manera bilateral. Es necesario más dinámica e instrumentos multilaterales que fortalezcan a la Alianza. Tener en consideración que lo bilateral no es negativo, pero lo encontramos en forma excesiva en la Alianza del Pacífico.

En cuarto lugar, también creo que es importante profundizar el relacionamiento externo que es el segundo objetivo de la Alianza del Pacífico. Se identifican dificultades para negociar con países como Canadá, Nueva Zelanda o Australia. Estos problemas surgen porque somos países con intereses distintos en nuestra articulación a la Alianza del Pacífico, por lo que negociar como grupo es difícil. Podríamos pensar en la articulación entre la Alianza del Pacífico y el MERCOSUR que también es interesante. Creo que es necesario articular políticas comunes respecto a situaciones que se están dando como la rivalidad económica entre Estados Unidos y China, que son socios comerciales importantes para los integrantes de la Alianza del Pacífico. Es prioritario generar una agenda conjunta de política internacional, promoviéndose un debate en torno a dichas problemáticas. En el último año las cosas se han complicado un poco más, por lo que se debe reconstruir la confianza entre los países miembros. El intento fallido de golpe de estado del ex presidente Pedro Castillo afectó las relaciones entre Perú-México y Perú-Colombia, a tal punto que las relaciones no se encuentran a nivel de embajadores, sino a nivel de encargados de negocios. Asimismo, lo que hemos vivido en torno a la negativa de México por hacer el traspaso de la presidencia pro tempore al Perú ha sido lamentable, dividiendo y debilitando a la Alianza del Pacífico. Todas las buenas perspectivas que la Alianza del Pacífico pudo haber generado en un momento dado, parecieran romperse en pedazos.

Felizmente el papel que jugó Chile y el cambio de Canciller en México -con Alicia Barcena- posibilitaron una solución para que Perú pueda ejercer la presidencia pro tempore. De hecho, hay espacios que siguen funcionando a nivel educativo o empresarial, pero al tratarse de un mecanismo intergubernamental, las principales decisiones pasan por los cuatro líderes y si estos no se van a reunir porque las relaciones están tensas y no hay perspectivas de que lo hagan, no se augura un buen futuro cercano. Esto no implica que la Alianza vaya a desaparecer, va a seguir funcionando, pero tengo la impresión de que difícilmente se producirán grandes avances.

¿La Alianza del Pacífico va a superar los retos existentes y consolidarse como un bloque económico comercial? No lo sé, pero se había construido una Visión Estratégica al 2030 que consistía en cuatro ejes: una Alianza del Pacífico más integrada, más global, más conectada y más ciudadana, y como segunda perspectiva, vincularla con los objetivos para el desarrollo sostenible de la ONU, lo que es interesante porque tendría un componente más social con un alcance mayor, no sólo económico.

A pesar de las dificultades actuales, la Alianza del Pacífico sigue siendo una herramienta fundamental para los intereses del Perú (y en cierta forma, de los otros países miembros), por lo que corresponde continuar promoviéndola. Muchas gracias.