REVISTA PERUANA DE DERECHO INTERNACIONAL

ISSN: 0035-0370 / ISSN-e: 2663-0222

Tomo LXXIV, septiembre-diciembre, 2024 N °178, pp. 23-36.

DOI: https://doi.org/10.38180/rpdi.v74i177.601

 

 

Artículos

 

Las relaciones internacionales
de los nacientes estados hispanoamericanos:
a 200 años de Ayacucho

International relations of
the rising spanish american states:
200 years of Ayacucho

Óscar Maúrtua de Romaña (*)
Sociedad Peruana de Derecho Internacional
(Lima, Perú)
https://orcid.org/0009-0002-9209-1888

(*) Diplomático, jurista y docente universitario. Ministro de Relaciones Exteriores (2021-2022 y 2005-2006). Director de la Academia Diplomática del Perú (2002-2003). Viceministro y Secretario General de Relaciones Exteriores, Jefe del Servicio Diplomático (2004) Estudios de postgrado en la Universidad de Oxford, Universidad John Hopkins y en el Comité Jurídico Interamericano de la OEA. Exrepresentante del Perú ante la Comisión Económica y Social para Asia y el Pacífico (ESCAP) Bangkok (1994-1999).

1.                  RESUMEN

La construcción de América Latina, como región vasta y heterogénea, estuvo fuertemente influenciada por los procesos independentistas en el siglo XIX. Cabe resaltar que la independencia no fue solamente un proceso local, sino que transformó el escenario global al introducir nuevos actores políticos, que se enfrentaron luego a desafíos como la búsqueda de reconocimiento, la estabilización interna, la organización institucional y la definición de fronteras. Por medio de un análisis histórico-jurídico, y una revisión de exhaustiva de fuentes bibliográficas, el presente trabajo busca reflexionar en torno a las tensiones internas que afrontaron los nacientes Estados hispanoamericanos tras las luchas independentistas, así como en el proceso mediante el cual lograron establecer relaciones diplomáticas y comerciales con sus pares, consolidando su presencia en el mundo y configurando una determinada identidad regional. El legado de este período se refleja en la actual cohesión regional, representada por organismos como la OEA y CELAC, que continúan promoviendo la unidad y cooperación en la región.

Palabras clave: procesos emancipatorios, independencia, Hispanoamérica, integración regional, relaciones diplomáticas, identidad regional.

2.                  ABSTRACT

The construction of Latin America, as a vast and heterogeneous region, was strongly influenced by the independence processes in the nineteenth century. It should be noted that independence was not only a local process, but also transformed the global scenario by introducing new political actors, who then faced challenges such as the search for recognition, internal stabilization, institutional organization and the definition of borders. Through a historical-legal analysis, and an exhaustive review of bibliographic sources, this paper seeks to reflect on the internal tensions faced by the nascent Latin American states after the independence struggles, as well as on the process by which they managed to establish diplomatic and commercial relations with their peers, consolidating their presence in the world and configuring a certain regional identity. The legacy of this period is reflected in the current regional cohesion, represented by organizations such as the OAS and CELAC, which continue to promote unity and cooperation in the region.

Keywords: emancipatory processes, independence, Latin America, regional integration, diplomatic relations, regional identity.

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INTRODUCCIÓN

Hace dos siglos, América Latina fue escenario de luchas y movimientos revolucionarios que marcaron, no una época de cambios sino un cambio de época, por su significativo rol en la historia de la disciplina de las Relaciones Internacionales. La aspiración de libertad que compartía la región y sus poblaciones se convirtió en un llamado unánime entre aquellos que aspiraban al autogobierno, la emancipación, la justicia, la libertad, entre otros valores fundamentales de la democracia (Galeano, 1971).

Resulta fundamental recordar este capítulo en nuestra historia porque es la clave de la construcción de relaciones fraternales, políticas y económicas en el continente interamericano, puesto que, gracias al sacrificio y fervor de nuestros antepasados, se dio origen a nuevos estados soberanos. Las repercusiones de este periodo lleno de agitación política y valentía lograron trascender las fronteras temporales, ofreciéndonos una perspectiva detallada sobre los primeros pasos de estos noveles Estados hispanoamericanos en el escenario global, que, a través de negociaciones, tratados, acuerdos y pactos moldearon un panorama o armazón diplomático propicio para el establecimiento de las relaciones internacionales en el continente y –por cierto- extra regionales. Por lo tanto, la independencia de América Latina no fue simplemente un acontecimiento local; resonó en toda la comunidad mundial, dando origen a nuevos actores políticos que ampliaron la esfera internacional, lo que generó desafíos, oportunidades e intercambios globales (Gullo, 2015, p. 55).

 

1.       NUEVOS DESAFÍOS PARA LOS NACIENTES ESTADOS AMERICANOS

Tras la victoria de los Libertadores y la consolidación de los ideales que defendían, se emprendió la búsqueda de reconocimiento internacional, que es la consecuencia natural de un proceso independizador. Este esfuerzo tenía como objetivo afianzar la posición de las nuevas repúblicas en el escenario mundial y moldear la percepción global de la región. Este proceso emancipador, además de inspirar movimientos similares en otras partes del mundo, contribuyó a la formulación de principios que definen -y prevalecen fortalecidos- las relaciones entre las naciones americanas, como la autodeterminación de los pueblos, la no intervención, la soberanía nacional, que persisten como referentes, que orientan la convivencia de las naciones en el hemisferio sur.

Después de los exitosos movimientos independentistas, emerge la formación, que ya he aludido, de nuevos estados como un capítulo crucial, marcado por el deseo de construir instituciones y establecer gobiernos sin estar bajo el yugo virreinal por que encarnan la voluntad e identidad de los pueblos recién emancipados. El surgimiento de estas naciones soberanas se dio gracias a los líderes visionarios como Simón Bolívar, José de San Martín, Miguel Hidalgo y Francisco Morazán, entre otros, quienes dejaron una impronta imperecedera en la configuración de las identidades nacionales. Sin embargo, la independencia no fue el cese de los problemas; más bien, fue el comienzo de una nueva serie de desafíos como la búsqueda de reconocimiento internacional, la organización institucional, la estabilización interna, la reconstrucción económica y la definición de fronteras, causa que desestabilizó el continente en múltiples ocasiones a través de conflictos y disputas (Lacoste, 2003, p. 79).

Para comenzar, en el ámbito de la organización institucional se intentaron establecer estructuras gubernamentales eficientes y representativas de la diversidad de las sociedades recién liberadas (Sábato, 2021, p. 215). Este proceso dio paso a la formulación de las constituciones, las cuales tenían como objetivo reflejar los valores y aspiraciones de los pueblos. Simultáneamente, con esta consolidación estatal, comenzó la búsqueda de reconocimiento internacional para poder trascender las fronteras recién trazadas en base a jurisdicciones territoriales adoptadas por el virreinato y/o del principio de Uti Possidetis; y la libre determinación de los pueblos adoptados mediante la participación activa en tratados y acuerdos diplomáticos, estrategia que se convirtió en la herramienta más utilizada en el continente como medio para cimentar relaciones diplomáticas y disponer así de una presencia sólida y articulada en el escenario global.

Por otro lado, la estabilidad interna fue un tema complejo puesto que había aspiraciones iniciales que buscaban forjar sociedades más equitativas, pero estas fueron supeditadas por los desafíos derivados de la diversidad étnica, tensiones sociales y luchas de clases que persistieron en el período pos independencia. Es por ello que surge el caudillismo, líderes regionales que, si bien daban cierta estabilidad, esta era meramente superficial (Castro, 2007, p. 14). A esto, se sumaron las luchas internas entre conservadores y liberales, que evitaron un orden político duradero. La estabilidad dentro de las nacientes naciones hispanoamericanas fue un delicado equilibrio entre las aspiraciones democráticas y la necesidad de mantener el control social, desafío constante a lo largo y ancho del continente.

De la misma manera, la construcción económica se presentó como un gran desafío puesto que superar las secuelas de los conflictos demandaba no sólo la restauración de infraestructuras, sino también la implementación de políticas económicas sostenibles y la diversificación de las fuentes de ingresos. Teniendo en cuenta los desafíos en la política interna y los problemas sociales en general, y recordando nuestra historia y nuestra realidad, lo económico es un problema inherente a las naciones del sur (Halperin, 1969, p. 80).

No obstante, la definición de fronteras fue la tarea más delicada en este contexto post independencia, ya que implicó negociaciones territoriales entre las naciones vecinas y la resolución de disputas entre naciones hermanas que podían surgir durante el indispensable proceso. En conjunto, todos estos elementos nos explican el horizonte lleno de contiendas y victorias en la trayectoria de los estados hispanoamericanos hacia la consolidación como naciones soberanas, lo que es el factor fundamental para su posicionamiento en el plano internacional.

 

2.                  LAS GESTIONES DIPLOMÁTICAS Y LA INTEGRACIÓN REGIONAL

Las primeras relaciones internacionales de todas estas nuevas naciones se dieron entre ellas mismas, sin embargo, es necesario recordar que estas estuvieron llenas de complejidades y tensiones por diferentes factores como la diversidad geográfica y étnica que caracteriza a estas tierras; conflictos territoriales, disputas políticas y diferencias culturales. Todas estas crisis per se desafiaron la cohesión de estos Estados recién formados (Buller, 2021, p. 106). No obstante, la riqueza de esta diversidad es enriquecedora, pero también fue el origen de controversias e incordios. Estos factores internos dejaron una huella imborrable en sus relaciones exteriores, que se reflejaron en las negociaciones diplomáticas, en la búsqueda de alianzas estratégicas y en el intento de proyectar una imagen unificada frente a la comunidad internacional, sobre todo frente a España. Aquí, cabe recordar que después de la independencia, el Imperio Español hizo un intento de reconquista, el cual no tuvo éxito gracias a la unión de las naciones de la costa del Pacífico. Esto moldeó la manera en que se presentaron al mundo, marcando el inicio de su andar en la escena internacional (Del Pozo, 2002, p. 17).

En este incipiente periodo, las gestiones diplomáticas fueron clave para insertarse estratégicamente en el escenario mundial. Para ello, la premisa era clara: forjar lazos que trascendieran las fronteras recién delimitadas y que consolidaran la posición de estos Estados en el escenario mundial. Es aquí donde se puede ver el arte y la sagacidad de la diplomacia en todo su apogeo, puesto que ésta se desplegó en las negociaciones que aseguraron las primeras alianzas. Cada tratado, cada acuerdo, representaba un paso más hacia la construcción de un mapa diplomático y/o geopolítico que asociaba a las naciones latinoamericanas para consolidar su autonomía. En estos intercambios, no solo se sellaban compromisos bilaterales, sino que también se aseguraban la solidaridad entre naciones hermanas que compartían un pasado de lucha y una visión de futuro común, es decir, tenían una identidad colectiva de pertenencia frente al escenario mundial.

Una vez formuladas las relaciones entre los Estados Hispanoamericanos, estos continuaron expandiendo sus interacciones con potencias occidentales. Las primeras incursiones en el ámbito diplomático con potencias occidentales, sobre todo Estados Unidos y Europa, representaron una ruta significativa en la búsqueda de reconocimiento y legitimidad internacional. No obstante, este proceso no estuvo exento de provocaciones y desavenencias, puesto que tuvieron problemas con la influencia externa, la cual se manifestó en diversas formas, desde presiones económicas hasta intervenciones políticas. Esto se dio debido a que las potencias occidentales tenían sus propios intereses y agendas, y colisionamos. Las negociaciones y tratados con potencias occidentales no solo fueron acuerdos bilaterales, sino también fueron el comienzo de la interacción entre la autonomía recién obtenida y la necesidad de establecer vínculos con estas a pesar de las tensiones y los retos que generaban.

 

3.                  ASPECTOS ECONÓMICOS Y COMERCIALES

Otro aspecto a tomar en cuenta al estudiar las relaciones internacionales de los nacientes Estados Hispanoamericanos es la economía y el comercio. Es imperante explorar cómo estas relaciones influyeron en la economía de estos nuevos estados. Las primeras incursiones en las relaciones internacionales establecieron lazos comerciales y alianzas estratégicas, desde la búsqueda de mercados externos para productos locales hasta la atracción de inversiones extranjeras, la interconexión económica se volvió un elemento muy importante en la construcción de la posición internacional de estos noveles estados (Arenas, J. y García, R, 2007, p. 74).

Los acuerdos comerciales, en particular, se erigieron como pilares fundamentales en la edificación de la nueva realidad económica. Gracias a ellos se delinearon condiciones de intercambio que abrieron puertas a nuevas oportunidades y mercados, pero que también tenían contiendas vecinales cuando no retos complejos. A su vez, las políticas económicas se convirtieron en herramientas clave para responder a las dinámicas internacionales (Rubiolo, F. y Busilli, V., 2021). Por ejemplo, se dieron la diversificación de las fuentes de ingresos, la promoción de la inversión extranjera y la adaptación a las demandas del mercado global, con el fin de robustecer las economías nacientes para que puedan continuar sobreviviendo. Cada acuerdo, cada política, respondía a las demandas del momento.

Naturalmente, para establecer y mantener las relaciones internacionales de estos Estados nacientes, se tuvieron que superar numerosos obstáculos, desde desinteligencias territoriales hasta diferencias ideológicas. La cohesión interna se veía sometida a prueba constantemente, y la construcción de una identidad colectiva se enfrentaba a obstáculos de las diferencias ancestrales y culturales (Sábato, 2021, p. 21). En particular, los conflictos territoriales fueron puntos críticos en la agenda internacional de estos estados. Las negociaciones para establecer límites y resolver disputas con sus naciones vecinas necesitaban un equilibrio entre la afirmación de la soberanía y la búsqueda de soluciones pacíficas. Para abordar estos desafíos se necesitó mucha diplomacia, y también un enfoque a largo plazo que no era fácil de concertar.

Por ello, la adopción de tratados y acuerdos apareció como una herramienta no solo para superar las tensiones y resolver conflictos inmediatos, sino también para sentar precedentes para la forma en que estos estados interactuarían con el mundo en las décadas venideras, los cuales, como podemos ver, llegan hasta la actualidad, muchos de ellos. La resolución exitosa –aunque a veces temporal o transitoria- de las tensiones territoriales y la gestión de diferencias culturales contribuyeron a formar una identidad latinoamericana única, aunque hay voces y realidades que nos reprenden en pleno siglo XXI, porque nos enrostran que no hayamos evolucionado y concretado el proceso de integración. Las lecciones aprendidas en esos momentos fueron fundamentales para continuar con los lazos fraternos que nos distinguen de los demás continentes, y que gracias a ellos seguimos enfrentando, debatiendo y remontando los desencuentros actuales y construyendo alianzas internacionales.

 

4.                  LA DIPLOMACIA CULTURAL EN LOS NACIENTES ESTADOS AMERICANOS

Las relaciones internacionales, desde el primer momento de la independencia, se convirtieron en un puente entre dos mundos. Los intercambios culturales, impulsados por la diplomacia, actuaron como elementos que ponían el foco sobre la diversidad de estas naciones emergentes. Esto se puede ver reflejado en la llegada de artistas y pensadores extranjeros por los que se pudo entablar un diálogo enriquecedor que trascendió las fronteras. La influencia de otras naciones en el desarrollo cultural fue evidente en diferentes ámbitos, desde la arquitectura hasta las artes, pasando por la literatura y la música, las huellas de interacciones internacionales dejaron una marca distintiva. La llegada de comunidades extranjeras, el intercambio de ideas y la apertura al mundo exterior contribuyeron a la construcción de sociedades más diversas y ricas. (Del Pozo, 2002, p. 260). Cada gesto diplomático, cada gestión diplomática, cada acuerdo, no solo sellaba compromisos políticos, sino que también abría las puertas a un diálogo enriquecedor, motivador de la simbiosis del encuentro de dos mundos que paulatinamente debe ubicarse y reconocerse en su destino mestizo.

Las conductas internacionales primigenias de los estados hispanoamericanos recién independizados no se quedaron en el pasado; más bien, representan hilos que han tejido con tesón y visión el presente y siguen influyendo en el desarrollo político e identidad de América Latina. Las relaciones diplomáticas concebidas en ese periodo inicial establecieron los cimientos para alianzas estratégicas y vínculos internacionales que han resistido el paso de los siglos. Asimismo, el legado de estas relaciones también se manifiesta a través de la misma personalidad de la región: la interacción con otras naciones, las influencias culturales y las lecciones aprendidas en los primeros años post independencia han contribuido a la formación de una afinidad latinoamericana sui generis, y por qué no, única. La diversidad de estas interacciones ha marcado el perfil de América Latina, cómo se ve ella misma y cómo esta es percibida en la comunidad internacional.

 

5.                  HITOS REGIONALES Y SU INFLUENCIA EN EL PERÚ

Gracias a la vitalidad de la experiencia diplomática que se adquirió en esos primeros años, las naciones aprendieron a manejarse en un mundo globalizado y enfrentar los desafíos actuales. Así, en el estado actual de estas relaciones, se encuentra un vínculo estable y resistente. Por tanto, conviene recordar diversos hitos que sobresalen en esta etapa inicial de las repúblicas y que es útil tener presente como es el caso de la precedencia del Ministro o Secretario de Relaciones o Asuntos Exteriores que -como expresión de la soberanía nacional- ocupa el lugar de mayor prelación dentro de los respectivos Gabinetes Nacionales, lo que perdura hasta nuestros días.

 Desde Lima, se elabora la carta redactada por Hipólito Unanue mediante la cual el libertador Bolívar convoca al Congreso Anfictiónico de Panamá de 1826, cuyo objetivo era afirmar la consolidación de la unidad de las nuevas Repúblicas, convocando una Confederación de los países hispanoparlantes que cubría desde México hasta Chile y Argentina, a la par que incentivan acuerdos de Defensa Común de la región. Igual gravitación merece destacar el rol protagónico que cumplió el Perú, Chile y Ecuador en el intento de recuperación del antiguo virreinato en 1866, cuando combatió exitosamente contra la flota española.

Sánchez Carrión al igual que José María de Pando fueron ilustrados juristas y cancilleres que supieron interpretar el sentimiento y el clamor regional por la unión hispano hablante y que se tradujo en el Congreso de Panamá, de un lado, y del otro, la gallardía con que Pando sabe conducir la política exterior del Perú. En efecto, al gestionar el reconocimiento de Francia, en 1826 y 1827, el Perú rechazó a un Inspector General de Comercio, Jean Baptiste Gabriel Amadeur, reflejo del pacto borbónico que une a España y Francia, interesada esta última en la riqueza del Perú; y, trata de acreditar con dicho rango o jerarquía, que no es registrada, que no aparece en el derecho diplomático del siglo 19 y, por ende, Pando con posición gallarda y de versación internacional rechaza al enviado francés, exigiendo que lo correcto era un ministro, un encargado de negocios o un cónsul, ante lo cual, España reconoce la seriedad de la posición de Perú y acepta y  admite así la independencia del Perú. Se produce así el reconocimiento al Perú.

No quiero pasar por alto el esfuerzo dedicado por las naciones americanas para institucionalizar sus respectivos servicios diplomáticos y consulares. En particular, destaco la labor de José Gregorio Paz Soldán, quien, en 1846, durante su mandato como Canciller de la República, emprendió la tarea de dictar las normativas que sentaron las bases del Servicio Diplomático de mi patria. Este hito se considera sin precedentes y marca, en el ámbito interamericano, la formalización de la diplomacia, estableciendo los fundamentos esenciales para la práctica diplomática de nuestro país. Además, velando por las relaciones diplomáticas de todo el continente americano, convocó en Lima en 1864 al primer Congreso Americano de Ministros de Relaciones Exteriores, que contaron con la asistencia de números cancilleres de la región, en particular de Bolivia, Chile, Ecuador y Nueva Granada, evidenciando su dedicación a fomentar el panamericanismo, impronta de la política exterior de Paz Soldán.

En toda esta compleja y efervescente situación que vive Hispanoamérica en la década de 1820-1860; se desarrolla la diplomacia continental que décadas más tarde, inspirados en el Congreso de Panamá, da paso al Sistema Interamericano con todo su andamiaje legal y de cooperación; siempre sustentado en la igualdad jurídica de las naciones, la convivencia pacífica, la solución pacífica de controversias, la no injerencia y el respeto a la soberanía entre otros; todos los cuales son fundamentos del derecho internacional público y que, sin duda, evoca los anhelos libertarios, republicanos y democráticos, que decidieron el nacimiento de las naciones independientes que subsisten y prevalecen en nuestro hemisferio.

En estos dos siglos de evolución, la región ha alcanzado hitos significativos, reflejados en la actualidad por organismos como la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Estos entes no solo son testigos, sino también impulsores de la consolidación de las relaciones fraternales entre las repúblicas hispanoamericanas.

Igualmente, no quiero dejar de mencionar al Grupo Latinoamericano y del Caribe (GRULAC), como el espacio de diálogo y concertación no vinculante, de carácter geopolítico, integrado por todos los países de América Latina y El Caribe, cuyo fin es crear consensos en diversos temas que aborda la región. Originalmente el GRULAC funcionaba para el ámbito multilateral: Naciones Unidas y sus diversas agencias en Viena, Ginebra, Madrid, París, Nairobi, Bangkok, etc.; sin embargo, por analogía o extensión, también se llevan a cabo convocatorias y reuniones en diversas capitales del mundo donde existen misiones diplomáticas de países iberoamericanos y de El Caribe. Las sesiones son en español y todos concurren en igualdad de condiciones. Se observa entonces, que el GRULAC, su influencia y la cohesión que representa, es hoy el resultado de la afinidad y correspondencia que ha generado y preservado, positivamente, la historia y sus valores primigenios entre nuestros pueblos

La convergencia de los líderes y representantes de estas naciones demuestra una voluntad constante de establecer posiciones conjuntas y fomentar la colaboración entre los países de la región. Aunque los desafíos persisten, esta continua búsqueda de unidad y cooperación refleja aquella impronta del tiempo inicial del nacimiento de la república, así como la resiliencia de estas patrias y su compromiso con la construcción de un futuro compartido en el escenario internacional.

 

CONCLUSIONES

Las luchas independentistas en América Latina no solo devinieron en la creación de nuevos Estados soberanos; sino que, además, tuvieron un impacto profundo y duradero en la configuración de sus relaciones internacionales. La emancipación de estas naciones trascendió lo local, influyendo en el escenario global y en los principios rectores del derecho internacional y las relaciones diplomáticas en la región. La libre autodeterminación, la soberanía política y la no intervención se consolidaron como pilares fundamentales de la convivencia entre las naciones latinoamericanas, perdurando hasta la actualidad.

Aunado a ello, la diplomacia jugó un papel crucial en la integración de los nuevos Estados en la comunidad internacional. A través de diversos tratados, acuerdos y gestiones diplomáticas, las repúblicas latinoamericanas no solo consolidaron sus fronteras y soberanía, sino que también establecieron lazos de cooperación y solidaridad. Tales acercamientos primigenios sentaron las bases para la integración regional y el panamericanismo, principios que se fortalecieron con el tiempo y siguen vigentes en organismos actuales como la OEA y la CELAC.

Por otro lado, la economía fue otro factor determinante en las relaciones internacionales de los Estados recién independizados. La búsqueda de mercados externos, la atracción de inversiones y la diversificación económica fueron claves para fortalecer las economías emergentes. A través de acuerdos comerciales y políticas económicas, dichos Estados lograron posicionarse en el escenario global, aunque los conflictos territoriales y las diferencias ideológicas representaron obstáculos considerables. A su vez, los intercambios culturales facilitados por la diplomacia, ayudaron a construir una identidad latinoamericana particular. El diálogo entre culturas y la llegada de artistas e intelectuales extranjeros enriquecieron a las sociedades emergentes, contribuyendo a una mayor diversidad y desarrollo cultural. Este intercambio, iniciado desde los primeros momentos de la independencia, continúa siendo un aspecto importante de las relaciones internacionales en la región.

 

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Financiamiento

Autofinanciado.

Conflicto de interés

El autor declara no tener conflicto de interés.

Contribución de autoría

El autor ha participado en el desarrollo del proceso de investigación, así como en la elaboración y la redacción del artículo.

Agradecimientos

El autor agradece la asistencia brindada por el señor Marko Alonso Vasquez Rojas para la utilización de las tecnologías de la información.

Correspondencia

oscarmaurtuaderomana@gmail.com